Nos hemos perdido en el ruido de los días recientes y hemos olvidado la importancia histórica que tiene el triunfo de Claudia Sheinbaum para la lucha que han sostenido las mujeres por el reconocimiento de sus derechos.

Dimensionemos el hecho histórico, en nuestras tierras, desde antes de llamarnos México ha existido un predominio masculino en el poder: once Tlatoanis mexicas de Acamapichtla a Cuauhtémoc; la Nueva España tuvo sesenta y dos Virreyes de Antonio de Mendoza a Juan O’Donojú; dos emperadores Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo; 72 hombres han estado frente a la Presidencia de la República –esto entre relecciones, interinatos y dictaduras– de Guadalupe Victoria a Andrés Manuel López Obrador.

Los números nos reflejan que vivimos un tiempo histórico donde se está reconociendo el derecho de las mujeres para acceder a los espacios de poder, dirigir la administración pública de una nación y presentar un programa de gobierno. Las mismas condiciones para todas y todos. Que nadie sea renegado ni discriminado.

¿Por qué se le ha dado poca importancia al triunfo de Claudia Sheinbaum? Hemos estado frente a una comentocracia que reniega las capacidades de la Presidenta electa, desestima su preparación y trayectoria. La somete a la presencia de un hombre y a partir de ello es como trata de dinamitar el triunfo obtenido.

Claudia Sheinbaum no es López Obrador. Tendrá que construir su propio sello de gobierno; darle un lugar a su voz y pensamiento; reconocer los aciertos y errores de Obrador y a partir de ello marcar la ruta en los primeros cien días de gobierno. Por lo pronto vemos que su estilo de gobernar, por el gabinete que ha nombrado, se centrará en aspectos más administrativos que políticos. Tendrá una visión científica y de planificación. Eso nos dicen sus primeros movimientos y no son malos avisos.

Estamos frente a una transición tersa, eso es bueno para la administración pública de México. Este transitar le permite darle continuidad a un estilo de gobierno, esto no es malo hay que recordar que cuando Lula da Silva ganó la presidencia de Brasil le dio seguimiento a los proyectos exitosos del presidente Henrique Cardoso.

De entrada Claudia Sheinbaum tiene el reto de sacar las reformas que Morena impulsó como bandera de campaña. Son iniciativas, todas, que generan turbulencia y discusión en sectores que pueden lograr una parcial presión e inestabilidad política en México. Ella tendrá que demostrar su talante político; impulsar la agenda de su partido; darle identidad a su gobierno y lograr el diálogo con empresarios, las naciones con las que se tienen acuerdos comerciales y con la parte de la sociedad civil que demuestra inconformidad con las iniciativas presentadas.

Inicia con un gran reto que le da la oportunidad de callar las voces que la han definido, sin ejercer el poder aún, como la sombra de López Obrador. Si logra sacar adelante las iniciativas y las enriquece con su agenda propia, si mantiene la economía estable y genera el diálogo con los empresarios y la sociedad civil, habrá iniciado bien y tendrá la autoridad suficiente para renegociar el T-MEC.

Sus primeros cien días serán de una dinámica política nunca vista, donde imprimirá su sello de gobierno. Esperemos logre llevar a buen puerto su administración. Como todo quien inicia merece el beneficio de la duda. Ojalá se frene el machismo desenfrenado con el que se le juzga tanto por las que se dicen feministas como por los machos de siempre.

Escritor y politólogo