A mayor violencia
más miedo; a mayor violencia más odio y resentimiento; a mayor violencia menos libertades, menos confianza. A mayor violencia menos certidumbre, menos salud mental.
A mayor violencia más barbarie, menos diálogo, menos convivencia; a mayor violencia menos empleos, más polarización, menos democracia, más represión; a mayor violencia más autoritarismo, más impunidad, más confrontación, más niños y niñas encerrados.
A mayor violencia
más niñas y niños violentados. A mayor violencia menos incentivos de participación, menos solidaridad, menos comunidad, menos civilidad.
A mayor violencia
más destrucción del tejido social, mayor normalización de la misma; a mayor violencia más inequidad, menos inversión, menos competencia. A mayor violencia mayores costos para producir, menos turismo, menos prosperidad.
A mayor violencia es más costoso quedarse; a mayor violencia menos legalidad, menos Estado de derecho; a mayor violencia más desapariciones, más desorden, más gobiernos de los violentos.
A mayor violencia más débiles las instituciones; a mayor violencia más feminicidios, más amenazas, más extorsiones. A mayor violencia más migración, más periodistas muertos, más familias divididas, más sufrimiento de los que no son violentos.
A mayor violencia
más venganzas, mayor soledad, menos oportunidades, más poderosa la ley de la selva. A mayor violencia más destrucción, menos esperanza, más pérdidas cotidianas.
Tengamos más miedo a perder las libertades que a unirnos para construir juntos la paz.
Estamos a tiempo de no dejar que la violencia verbal, física y psicológica nos destruya como ciudadanía, y también, como país. Estamos a tiempo de que la violencia del crimen organizado no se convierta en el Estado y gobierno real.
Sigo creyendo que somos muchos más los que queremos un país con orden, con generosidad y en paz. Somos muchos los que queremos seguir trabajando para evitar el dolor, tanto como sea posible, tanto como sea evitable.
Sin duda pagaremos costos por defender la libertad, y por ser necios sin remedio al creer que la paz es posible.
Desde la indiferencia y la crítica confortable, la violencia solo encontrará el mejor de los mundos, el de la impunidad y del miedo.
Sabemos que a mayor violencia , la violencia mata, y puede llegar a matar a todo un país.
Por eso digamos hoy: "NO a la violencia" , particularmente, la promovida desde las más altas esferas del poder y por los principales liderazgos de este país.