La reclusión por el Covid-19 le ha dado la oportunidad a algunos fans de la televisión fantástica de épocas pasadas, de revisitar series todavía tan increíbles como La dimensión desconocida, de Rod Serling, o los 47 episodios de Rumbo a lo desconocido, de Joseph Stefano y Leslie Stevens. Y, desde luego, toda la mitología que gira al rededor de su heredera: los Expedientes Secretos X.
De ésta, creada por Chris Carter y un equipo de élite de guionistas y directores, se desprenden 10 temporadas de cumbre y una onceaba de abismo con funestas consecuencias, considerada como uno de los mayores descalabros de 2018, algo inusitado para una serie de culto de infinitas posibilidades, que terminó agotada.
Ni el reagrupamiento temático de sus historias, ni los caminos alternativos de lo paranormal y extraterrestre, ni sus películas aguantaron.
Uno ve a Chris Carter y a los protagonistas principales: David Duchovny y Gillian Anderson en las convenciones de comics, y se tiene la sensación de que están perdidos en el espacio.
Desde luego, no era posible luego de más de 200 episodios (que admitían desarrollos paralelos de otros personajes, como los Pistoleros Solitarios amigos del agente Mulder) mantener originalidad y calidad en todo, pero cuando se vive de viejas glorias que no se renuevan, se fracasa.
Aun así, hay episodios fantasmagóricos que cumplen con creces y otros, aunque buenos, no han resistido los embates del tiempo. Sin embargo, salvo la introducción del primer capitulo de la 11, ya no hay lugar para lo medianamente aceptable y creíble sino que todo es malo, aburrido y olvidable para cualquier teoría de la conspiración que se precie de serlo.
Por extraño que pueda parecer, Carter, parece que sufrió alguna clase de abducción, sobre las que sigue pontificando nuestro querido Jaime Maussan. Al creador del concepto y director de algunos episodios se le acabaron las cartas de la colonización alienígena, mientras que a sus agentes estrellas del FBI les sobran las relativas a sus respectivos X Files familiares.
Con todo, no deja de ser notoria la manera del californiano Carter de desaprovechar y mitificar a personajes clave como El Fumador, Skinner y otros que han quedado como dice la canción de Procol Harum: como una pálida sombra, de lo que pudieron haber sido en la del estribo, antes de la última y nos vamos, pero cubiertos de gloria al estilo de Kolchak: The Night Stalker.
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