Como si fueran quarterbacks de la NFL cambiando la jugada en la línea, los de Disney, no tienen para cuándo estrenar la mini serie The Beatles: Get back, armada y dirigida por el otrora gore neozelandés, Peter Jackson.
En plena pandemia no pudieron ponerla en los cines y ahora con la variante Delta, parece que menos. Por eso han decidido estrenarla en su propia plataforma, para suscribir a sus rentas a quien se deje.
Sir Paul McCartney le dio manga ancha al director de El Señor de los Anillos, para manipular más de 56 horas de material “inédito” filmado por Michael Linsday Hogg en 1969.
También sujeto al manoseo quedaron más de 140 horas de grabaciones de audio de las sesiones del Let it be.
Para tratar de limpiar la imagen turbia original de la grabación, cuando el cuarteto se daba con todo, se muestra ahora la cordialidad, camaradería y buen humor, convenientemente maquillado, que cierra con el concierto de la azotea de Savile Row en Londres.
Desde un principio, la iniciativa de limpiar la imagen de los Beatles contó con el apoyo de las viudas de Lennon y Harrison, junto con las del beatle más vivo y del más desposeído, además de la orden de buscar las escenas de más “alegría” y “camaradería”, como si los fans no supieran lo que pasó.
Jackson afirma que no se trata de nostalgia, sino de un retrato crudo y honesto.
Esta muestra de pureza beatle también tendrá su libro, para reafirmar sus convicciones, en edición de pasta dura y con 240 páginas y cientos de fotos.
Ya una probada de cinco minutos de rectitud beatle se ha podido ver en YouTube, en donde músicos, invitados y colados, ríen a la menor provocación.
La comparación será inevitable porque, no es lo mismo A hard day’s night, de Richard Lester, que Let it be, de Linsday Hogg o Eight days a week, de Ron Howard, y menos que las parodias Beatles de The Rutles. A lo más que se habían acercado Los Beatles en busca de la verdad (de su verdad) era a la Antología, orquestada por la voz cantante y contante de McCartney.
Las escenas en el cuarto de montaje habilitado por Jackson y su tropa, parecen un Plan B, en donde se ven a unos Beatles que parecen cómicos sobreactuados y en donde lamentablemente dos muertos ya no pueden ni quejarse. Pero que se le va a hacer, si ya todo es un negocio dende antes había emociones encontradas. A los más complacientes les puede dar igual, mientras que, a los más críticos de la leyenda, si no les gusta, pueden hacer que arda Troya.
Los más interesados en que ya se estrene en “Disney Plas” son los bucaneros, que ya tienen bajo su férula todos los estrenos de la plataforma. Y no le reportan ni a McCartney, ni a la unidad de inteligencia, ni a nadie.