Un misterio tan apasionante y endiabladamente intrincado como lo sigue siendo hasta hoy el asesinato de John F. Kennedy no se puede quedar nada más en una serie de curiosos documentales, unos emocionantes y con algo que aportar y otros realizados con una pena ajena lamentable.
Por eso, el obsesivo Oliver Stone, aprovechando la desclasificación de documentos que se destaparon en 1991, vuelve a la carga con un título de próximo estreno: “JFK Revisited: Through the looking glass”, anunciado por Netflix para el próximo junio.
Un avance de muchos archivos que permanecían ocultos fueron dados a conocer el año pasado en que este nuevo estudio, con el más célebre de los asesinatos políticos, pisó los terrenos del Festival de Cine de Cannes. Algunos de los implicados de primera mano en este misterio criminal todavía pueden oler el humo de los rifles de aquel 22 de noviembre de 1963.
Sin embargo, a pesar de teorías conspirativas, planteamientos insólitos y nombres emergentes hasta ahora ocultos, cuesta trabajo ver la verdad.
Gran parte del material no es nuevo, sólo que ahora ha sido dispuesto por Stone de otra manera en su afán de acercarse a una conclusión con nombres y apellidos meticulosamente montada, en un homenaje al mayor misterio criminal de casi todos los tiempos. Nadie saldrá defraudado pero sí con muchas nuevas interrogantes sobre la manipulación de documentos y el papel fundamental de muchos testigos.
El guión en que se basa Stone está escrito por James DiEugenio y el juego cinematográfico que propone ya ha escandalizado, en las casi dos horas que dura, a varios personajes de los que todavía existe un vestigio incriminatorio. También, esta nueva investigación que sigue desvelando a Oliver Stone, ha llevado a una reinterpretación de algunos filmes clave sobre el magnicidio.
Películas como “Executive action” (1973), de David Miller, con guión de Dalton Trumbo, Donald Freed y Mark Lane; una atinada versión de cómo pudo haber sido el asesinato, se han vuelto a poner de moda.
Lo mismo también ha ocurrido con la interminable lista de sospechosos que, supuestamente, pudieron haber accionado los rifles. La cadena de sospechosos altisonantes incluye como “mecánicos” al francés Lucien Sarti, acribillado luego en Polanco por el comandante policiaco mexicano, Florentino Ventura; muerto a su vez dos semanas después con su esposa por nadie sabe, nadie supo, como “¿A dónde fue a parar el cerebro del presidente?”
También ha salido a relucir, aparte de Lee Harvey Oswald (y la “Bala mágica”), el papá del actor Woody Herrelson como uno de los tiradores, lo mismo que los “vagabundos” capturados en las inmediaciones de la Plaza Dealy, en Dallas, el día que le ajustaron las cuentas a Kennedy.
En una numeralia macabra se han manejado 42 grupos que pudieron ser los responsables y 82 posibles francotiradores, aparte de más de 200 implicados.
A ver ahora con que desclasificación nos sale Oliver Stone.
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