Muchos ya no están. Se los llevó la pandemia. De otros quedan sus historias, como la de Luis Cabero y El Gran Disco, de Balderas 32, primer piso, donde cada martes llegaban los sencillos importados de 45rpm de los Rolling Stones (en tiempos de “Time is on my side”), Dave Clark Five, The Beau Brumels y otros. Por 15 pesos marcaba tendencia, mucho antes de que Supersound y Hip 70 importaran discos. También, aunque a otro nivel más popular, estaban las baratas del Mercado de Discos, de San Juan de Letrán, donde LP de Los Shakers y conocidos rockeros se ponían a menos de 20 pesos.
Esos mismos discos que se cambian o vendían en el inicio del Tianguis del Chopo desde 10 pesos (como el primero de los Rutles) hasta 5 mil pesos y más como el primer álbum de los italianos de Locanda delle Fate: Forse le lucciole non si amano piu, que fue rescatado de en Polydor antes de irse a destrucción. Otras tiendas fueron Discos Briyus, Acuarius, Zorba, Disco Suite y Yoko y Mishak, hasta que llegó la maldición de Mixup. Algunas historias amañadas se pueden seguir en documentales a modo, la verdad, poco confiables. Lo mejor es conocerlas de primera mano con Armando Blanco, gurú de los Hip 70.
Los seguimientos más especializados son de recurrencia y para eso se pinta solo Federico Arana, el de los míticos Guaraches de ante azul (Historia del roc mexicano) y los imprescindibles con gran acervo pictórico: Grandezas y miserias del rock mexicano (desde los precursores hasta vísperas de Avándaro) y el que cierra la cuatrilogía: Cimas y simas del rock mexicano (desde Avándaro hasta la pinche pandemia); más un plus: Cartas a los rocanroleros mexicanos, más carta abierta al Presidente de la República.
Todos disponibles los sábados del Chopo, con el autor.
Qué tiempos aquellos señor rock and roll de los hoyos fonkys (Parménides García Saldaña, dixit), en giras de un solo día con el Three Souls in my Mind, visitando el que estaba en Dr. Rio de la Loza; el Antonio Caso de Paco Gruexxo y el Mandril, en la colonia CTM.
Y ya en la noche repartiendo el dinero en una cenaduría de la colonia Del Valle, que ya no existe. Pero ahí están las fotos. O la primera regañiza que recibió Robert Plant en el Nikko Essex, de Nueva York, de la mexicana Gabriela Martínez de PolyGram, que lo puso en su lugar (Jimmy Page, estuvo de testigo) por hacer un tango heavy por un error (que fue de los músicos ingleses) en el primer disco que grababan juntos.
No se olvidan tampoco las grandes peregrinaciones a Houston, con los efectivos de la prensa escrita, para ver la ascensión a la fama de Soundgarden, acompañado por Pearl Jam en un gran concierto, que incluía entrevistas y la visita a importantes tiendas de discos para cargar cuantos vinilos se pudiera, y las comilonas en La Galería. Luego se regresaría al Summit de la ciudad tejana, para ver a Kiss (en su época de capas hechas de tela de cortinas rococó) y a Billy Idol, con bastón, por un accidente de moto que había sufrido.