La carrera de Jaguares siempre ha estado marcada por la magia, el esoterismo y desde luego también por lágrimas, risas y excavándole hasta por el Libro Vaquero.
Su trascendencia es innegable y no cuestión de gusto, por eso Sony Music abastecerá hoy el par de discos de ellos Bajo el azul de tus misterios, que se agotó en el primer tiraje y El equilibrio de los Jaguares, con la misma suerte.
El equilibrio data de 1996. La edición vale la pena porque se trata de dos discos de vinilo y viene en colores traslúcidos “Sombra verde-cian”.
Por su parte Bajo el azul de tus misterios, su segundo álbum, fue lanzado en 1999, en una versión doble de compact disc con lo último de aditamentos de utilería viscosa.
La nueva versión viene adicionada con tres viniles (dos azul traslúcido y un LP siete pulgadas anaranjado también traslúcido) con destacadas versiones.
El productor del álbum, Greg Landagi (de amplio currículum: “Fleetwood Mac” y “The Eagles”) dirige aquí al “Vampiro” López, al extraordinario Harris Margalis y a Sabo Romo, en la parte rítmica.
Muchos no lo creen, pero los Caifanes también lloran (Y los Jaguares ronronean).
Las primeras lágrimas derramadas cuando, antes de ser firmados por BMG, Eduardo Arciniega, en un acto de caridad, los libró de su compromiso con la empresa Sony.
También lloraron su mala suerte en el telenovelesco culebrón del Príncipe de la canción José José, humillándose como “Caimanes”.
Pero las lágrimas más duras son las de Saúl Hernández en sus más de 40 operaciones para tratar de arreglarle la garganta y que de menos cantara como “El jefe Guadaña”.
Los fans de Alejandro Marcovich todavía claman por la revancha en una arena neutral, mientras atrás han quedado los tiempos de “El Chato” como activista de derechos humanos, en los asuntos de las ya olvidadas “Muertas de Juárez”.
Los discos solistas de Saúl Hernández: Remando (2011) y Mortal (2014), casi rosan la buena, mala fama del “Oso” de Joselo, que es insuperable.
Hoy por hoy Hernández es dueño del dinero, el nombre de Caifanes y todo lo que se hace a su nombre; supervisado por la mánager. No sólo es resolución musical monetaria con los músicos sino ley irreversible.
Los conozco a todos desde que empezaron, acuérdense de Huelva, 1991, el llamado año de “Mecano”.
En mi “Top Four” quedan: Diego Herrera, Sabo Romo, Alfonso André y Saúl Hernández, quien ahora se ha vuelto, en algunos conciertos, una especie de predicador social para muchas bandas emergentes que ya tienen tiempo y también de otras recién formadas.
Su discurso de que las bandas no se rindan y de que todos somos El Foro Alicia, suena muy hueco desde la perspectiva de los conciertos de ellos, de los que muy pocos se enteran, pero que suceden en México y en EU.
Los discos valen la pena, hay que oírlos a la distancia y tomarlos como lo que son.
El único problema es que Saúl no sabe reírse de ciertas cosas, mientras que los otros patalean de risa loca.