Pues, ¿qué se creen los músicos que imponen condiciones para sus conciertos? Una cosa es su status como artistas y otra como mandamases para que sus presentaciones no se lleven a cabo, si huelen carne, comenzando por Paul McCartney, que por sus pistolas prohibió en Monterrey la arrachera y el chicharrón.
¿Qué le pasa al octogenario, si nunca ha pisado El rey del cabrito, cuna y pasión del chivo en la sultana del norte?
Como Morrissey, que tenía la fama de prohibir sus actuaciones por el mismo motivo y otros que no han llegado al delicioso aroma de la carne, descontando las tortillas calientes y sus increíbles e inventivas salsas, el Maca se pasa de listo.
Pero al que fuera bajista de Los Beatles, a pesar de sus documentales —que son varios— sobre prohibir la carne, ha recibido la risa de los que no pueden vivir sin los deliciosos tacos de carnitas, chicharrón, suadero y tripa.
Como él, hay otros que se pasan de lanzas más allá de la carne.
Madonna, por ejemplo, pide que, una vez terminado su concierto, sean destruidos los retretes que usó, y por supuesto, que no pague ni un dólar más por las 20 líneas internacionales de teléfono que utiliza para hablar con sus amigos.
Así como ellos, la lista de extravagancias y ridiculeces de figuras como Kanye West, Mariah Carey, Beyonce, Eminem, Jennifer Lopez, y rockeros como Slayer, Mötley Crüe y el mismísimo Johnny Rotten que suenan a ciencia ficción.
¿Con qué derechos?, más que los que exige su sentido común, se sienten para prohibir comidas y bebidas, dar órdenes muy piradas y amenazar a los que no estén de acuerdo. Pues con las que les da derechos, según ellos, el negocio de los conciertos; McCartney es una lamentable suma de tonterías y un burlesco ejemplo de dónde se dirige el espectáculo, protagonizado por viejitos como él.
Pero hay muchos más así, que parecen no tenerle miedo al ridículo y sus consecuencias.
Iggy Pop, por ejemplo, pide en su raider (todas las locuras de su banda o grupo, para el óptimo rendimiento del show) un imitador de Bob Hope, en su camerino y brócoli del día en el área de descanso.
Luego de sus conciertos en tierras regias, McCartney ya está catalogado como un verdadero enemigo de Monterrey.
El consumo de drogas y alcohol es grave problema en cualquier raider de especificaciones del artista, por eso hay algunos profesionales del asunto que no están dispuestos a arriesgar su salud.
A eso hay que multiplicar a los artistas problema, como Ringo Starr, famoso por sus tacañerías para armar sus bandas. Muchos se quejan de ello, por eso tienen seguro de protección e integridad física y mental contra el de la nariz.
Hasta bandas de regional, cuyo talento es más que discutible, como la de Casimiro y mi Banda el Mexicano, Bad Bunny, Peso Pluma y demás engendros.
Qué desgracia de panorama, coronado por Grammys y otros muy devaluaos premios.