Star+ ha estrenado la miniserie de seis capítulos “Pistol”, sobre los célebres hacedores británicos del punk rock, los Sex Pistols. El relato fílmico está basado en la autobiografía de Steve Jones que, de cantante atribulado e indeciso, pasó a ser el guitarrista del cuarteto; pésimo guitarrista, por lo que se ve al principio en la miniserie, que a pocos engañó subiéndole el volumen a su guitarra (una lira que, se dice, perteneció Sylvain Sylvain de los famosos New York Dolls, del que Malcolm McLaren fue también mánager).

Dirige el resucitado Danny Boyle, aquel de “Trainspotting”; junto con el creador de la serie, Craig Pearce.

A la miniserie le falta, primero, alma, y luego gasolina y un cerillo, porque estos incipientes Pistols no tienen energía y sí muchos problemas familiares. Eso sí, los seis capítulos tienen sus chispazos, pero no prenden del todo porque, primeramente, tienen pinta de biopic deshonesto. Pasando de los sinsabores de Jones, la estafeta la toma Johnny Rotten y ahí se ve mejor la mano que mece la cuna del punk rock, con un personaje creíble, aunque muy desmadrado.

Sid Vicious, el tercer Pistol en discordia y mala fama, ya lo hemos visto. Acabó cociéndose aparte con su novia Nancy Spungen y tienen una historia con libros y película aparte. Como sea, las motivaciones de esos Pistols que se formaron en 1975 y que luego se comieron al mundo en su momento, acabaron siendo devorados, olvidados y borrados del mapa del rock en una ciudad texana que terminó con una multitudinaria bronca provocada por Sid. Aunque su último concierto oficial como tal fuera el 14 de enero de 1978, en el Winterland Ballroom, de San Francisco, California.

Duraron más que el dulce de un chicle, a pesar de sólo tener un disco (“Never mind the bollocks: here’s the Sex Pistols”) y haber causado tanta conmoción en el mundillo del incipiente rock corporativo y las muchas disqueras por las que pasaron. Luego de su disolución y con Sid Vicious suicidado, Jones, Matlock y Cook grabaron una serie de canciones para el soundtrack de la banda de la cinta “La gran estafa del rock’n’roll”.

Por si no fuera suficiente, se reunieron después para el Filthy Lucre Tour (de 2002) y cuatro años más tarde fueron inducidos al Salón de la Fama del Rock “a pesar de tocar y berrear horrible”. Esto último dicho de viva voz por muchos de sus enemigos del rock progresivo.

Resulta curioso ver lo que quedó de Johnny Rotten, regañando infantilmente al público que quería constatar porqué hasta la reina les tenía miedo en su momento. De John Lydon a PIL es otra historia.

“Pistol” es también un intento sentimental de Boyle por recuperar el ruido perdido de la banda y un espíritu complaciente (al menos en la miniserie), por exagerar las excentricidades de su entonces mánager.

Se dice también que los Sex Pistols en algún momento trataron de derrocar al sistema, pero este, que no perdona, acabo dándoles una memorable lección.

Fuera de los gruñidos y las vociferaciones de Rotten, los Pistols restantes apenas lucen como una potente banda de punk, según un encuadre de Boyle. Así es la vida de gritos, guitarrazos, escupitajos y, por supuesto, la miniserie.

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