Cine y esoterismo se dan nuevamente la mano de afiladas uñas para resucitar la mitología del aterrador vampiro Nosferatu interpretado primeramente por Max Shereck y luego por Klaus Kinski, basado en la impecable obra de Friderich Wilhelm Murnau, incluso considerada por expertos como más trascendente que el propio Drácula del irlandés Bram Stocker.

Uno puede ver la película de Werner Herzog, donde hay genuinas escenas de escalofrío no superadas ni por Drácula, que en la novela original llega a una sola página para certificar su muerte. No cabe duda, el vampirismo que hiela la sangre como ningún otro mito cinematográfico está vivo y reconoce a personajes como Francis Ford Coppola y Herzog, como rescatistas del terror imposible.

El nuevo director de esta justa vampírica es Robert Eggers, director de la controvertida “La bruja” (2015), que sigue el sendero trazado por la brujería, terror gótico y drama psicológico que ahora se esmera con este personaje vampírico de uñas fantasmagóricas. Obviamente la catarata de sangre ya ha aceptado algunos reconocimientos como los Satélite Awards, la Asociación de Críticos Norteamericanos, los Choice Awards y los Críticos de Chicago, por este titánico esfuerzo por no perder el piso, que incluso plantea posibilidades de un cierto terrorismo sexual, que se recuerda como un magnífico guiño del mejor intérprete de Drácula: Christopher Lee, artífice de la Hammer Films británica, que en mucho supera a Bela Lugosi, en la cinta de la Universal Pictures.

Es innegable la atmosfera densa de esta poesía macabra, en un remake tributo que parece que no le pide nada a los filmes originales, sino que nos lleva a senderos insospechados del chupa sangre, como el del genial German Robles, de “El vampiro” (1957), del mexicano Fernando Méndez. Antes de que los de afilados colmillos se volvieran artículo común por culpa de las infames hordas de zombis. Aquí la cosa cambia diametralmente con un fascinante vampiro, Bill Skarsgárd, que clava sus colmillos en una fastuosa adaptación y homenaje al memorable personaje de Murneau que, incluso, da las primeras pistas de su folklorismo enloquecido, ya que se trata de un nuevo clásico de terror fugaz y genuino miedo.

Es una de las mejores pesadillas actuales, perversa y desaforada, que no se dejan vencer por la banalidad y el entretenimiento tonto que ofrecen las plataformas actuales de streaming, para ver un catálogo de mediocridades románticas, cine familiar repetitivo, acción ya muy irreal y un fuera de contexto de algunos thrillers actuales y animación desbocada con tufo a Disney, con historias que a muy pocos les interesan y que sólo hacen cine por negocio.

El vampirismo recibe una bocanada de sangre nueva y sienta las bases de un renovado terrorismo gótico con esta nueva película que no desmerece gracias a un reparto excepcional encabezado por Bill Skarsgárd (El Conde Orlok), Willem Dafoe, Lily Rose Deep (hija de Johnny Deep), Nicholas Hoult y otros más, que plantean aproximaciones y paralelos entre Drácula, Nosferatu y Vlad III, “El Empalador”, con una nueva visión y aspecto maligno. Totalmente hechizante.

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