El sonorense Arturo Durazo Moreno, solapado en su momento por su compadre y mentor, el presidente, José López Portillo, tuvo un tiraje insólito de 47 mil ejemplares del libro “Lo negro del Negro Durazo”, una explícita biografía criminal mítica, escrita por su jefe de ayudantes, José González González, triunfo de Editorial Posada (1983). Su nombramiento como jefe de la Policía del Distrito Federal (1976-1982) fue símbolo de corrupción y abuso de poder. También se le recuerda como amo y señor del “Partenón”, una réplica chafa del de Grecia, donde era una especie de “Rey chiquito” perverso.
Cuando se acabó lo que se daba, huyó del país, hasta que la mano no corrupta de la ley mexicana lo expropió de Puerto Rico. Su nueva residencia fue en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, de donde salió debido a su delicado estado de salud en 1992. Ocho años después dijo, “ya estuvo bueno”. Y se retiró de la vida terrenal en el 2000, en el paradisiaco puerto de Acapulco.
“El Negro”, a quién ningún artista, cantante o vedette le podía decir que no, tuvo, aparte de una increíble carrera delincuencial, poder sobre propios y extraños. Se dice que hasta el ajustado Luis Miguel le cantaba al chasquido de sus dedos. Eso nunca se dudó de quien también se jactaba de haber torturado a Fidel Castro y al Che Guevara. Su carrera criminal abarcó no sólo robo y detenciones ilegales, sino también secuestros y matanzas como la del Río Tula, que llevó a cabo su esbirro y lugarteniente, Francisco Sahagún Baca, brazo ejecutor de innumerables fechorías y, también hay que decirlo, buen compositor romántico.
En el cine fue biografiado con la cinta “Durazo: la verdadera historia” (1988), de Gilberto de Anda, “Lo negro del Negro” (Poder que corrompe), “La cuarta compañía” (2016), de Mitzi Vanessa y Amir Galván Cervera, interpretado por el mejor Durazo del cine mexicano: José Luis Ortiz Campos y varios documentales donde habla de su fama y fortuna (incluidas sus relaciones con Olga Breeskin y Verónica Castro, según la revista TV Notas). En la canción “El africano” es parodiado por la Sonora Dinamita.
El mundo del cómic arrojó varios saldos, como la serie de historietas “Picardías del Negro Durazo” (20 números) y otros cómics como “El infierno de Durazo”, más el segundo libro de José González González, “Lo que no dije del Negro y de otros” (Solares Editores). También se han llegado a “comercializar” la rueda de prensa cuando Durazo Moreno “detuvo” al “Rey de los asaltabancos”, Alfredo Ríos Galeana, que como comandante del temible Barapem, del Estado de México, hizo alarde de la gran labor policiaca al mando de Durazo para detenerlo. Hay también algunos interrogatorios del igualmente conocido como “El Charro misterioso” y “El Feyo”, inspiración de José Manuel Cravioto, del CUEC, para un documental de tesis sobre el mayor asaltabancos mexicano y enemigo público número uno, que luego terminó en el exitoso largometraje (Méxican Gángster: “La leyenda del Charro misterioso”, 2014, del propio Cravioto, llevando como intérprete a Tenoch Huerta).
En la vida real, irreal, del personaje que le dedicaba discos al comandante que lo perseguía, el verdadero Charro misterioso cayó luego de años de persecución y residencia en Estados Unidos por una tontería. Acto seguido, fue presentado fuertemente encadenado y recluido en un penal de máxima seguridad (de los que sólo se fugaba él y “El Chapo” Guzmán). Murió el 4 de diciembre de 2019 y su fallecimiento se dio a conocer una semana después. Nunca habló abiertamente de su mentor, “El Negro” Durazo, ni del dinero que le entregaba puntualmente. Así es de ingrata la vida delincuencial.