Invención, auge, caída y reinvención de la más popular plataforma de streaming musical, llamada Spotify, en una por demás atrayente y reveladora miniserie sueca de seis episodios.

Se trata de The playlist, sobre la historia de cómo la formaron un puñado de emprendedores tecnológicos y no en alianza amistosa; para luego darse con todo en un contexto de aparente legalidad, formalidad y poder de querer controlar todo lo musical en el espectro del streaming gratis y de paga.

Entre la inequidad del asunto de la invención, su desarrollo en Internet y el reparto de las utilidades mundiales hay, luego de la amistad e inicio del proyecto, no sólo una guerra de egos, sino un curioso trasfondo en donde los abogados de las diferentes instancias también se llevan una gran tajada.

La distribución de esta miniserie de ágil, audaz y curiosa narrativa, le ha tocado a Netflix que, gracias a las muchas llamaradas de petate que conforman su catálogo, no la ha promocionado como se debe.

Aun así, el de boca en boca ha funcionado de manera perfecta y la multi narrativa de cada uno de los protagonistas le confiere una dinámica sorprendente y un ritmo endiablado.

Todos los implicados cuentan la historia desde su particular punto de vista: Daniel Ek (a quien se le ocurrió la idea), el ejecutivo disquero que aprovechó la oportunidad (Per Sundin, director de Sony), el socio de Daniel (Martin Lorentzon), que puso el dinero; el desarrollador tecnológico (Andreas Ehn); la abogada encargada del tinglado legal (Petra Hanson), las alianzas inesperadas (Ken Parks), y el eje motor de todo: El artista (Bobbie), para la lucha sin cuartel contra las disqueras que no querían soltar su catalogo sin la remuneración correspondiente, según ellos.

Seis episodios reveladores y emocionantes: la visión, la industria, la ley, el programador, el socio y el artista, en una trama del poder de la música y el poder del dinero, para frenar la piratería ilegal con un nuevo modelo de negocio, en donde la industria disquera odia el cambio y sus técnicos, el compromiso, a decir de la abogada.

El contexto es el de las disqueras que quieren controlarlo todo, incluyendo el hecho de tratar de frenar el futuro de la música, mientras el mundo cambia de análogo a digital.

Se trata de una serie con un reparto de actores convincentes, un guión finamente pulido, una dirección inteligente (Hallgrim Hag y Peter-Olav Sorensen) y un negocio (la creación de Spotify) con finalmente tres modalidades: Gratis, para escuchar canciones, crear playlists y personalizar detalles, Familiar (con tres cuentas independientes) y Premiun (incluyendo el Premium Dúo para parejas de convivencia) pagando “solamente lo justo” entre 149 y 179 pesos por descargar música.

Además hay varias aplicaciones más para usuarios con podcast especializados.

El problema es que, a la hora de que suena el dinero, el que siempre queda al último es el artista. Por eso la serie, que generará un interés inusitado debido a una factura impecable e historia convincente, arranca en 2006 y termina con varios vaticinios en 2025, en la corte de Estados Unidos.

Con todos los pleitos entre Spotify y los artistas, no se sabe hasta cuando cederán unos y otros, o se arreglarán legalmente (lo cual suena imposible).

pepenavar60@gmail.com

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