Netflix estrenó hace unas semanas una serie escandalosa de las que tanto le gustan al público estadounidense, habido de aparecer en tramas de crímenes reales y masacres exageradas.
Los medios digitales habituales (Facebook, Twitter, Instagram y hasta Tik Tok) ya se sabe, son capaces de viralizar cualquier cosa. Sin embargo, hay un público real que goza de historias que no son necesariamente verdaderas y que le agradan mucho a un tipo de personas que lucran con el sufrimiento ajeno y aprovechan las alternativas que les proporciona la religión del diablo, las sectas satánicas y conatos de locura.
La historia de Kai Lawrence; cuyo verdadero nombre es Caleb Lawrence MacGillvary, se debe a una viralización de un meme de hace 10 años. Entre los cazadores digitales de noticias chuncas y amarillistas, un video casero transmitido por YouTube lo puso en órbita.
Kai nunca aprovechó el futuro exitoso que se le avecinaba. Siempre actuó como un peligroso nerd impredecible, inadaptado y de los que se creían el centro de la atención. Vamos, un rockstar de los medios. Entre fotos y tuits nunca supo capitalizar la fama ni como agresor de hacha, ni como asesino.
El público americano medio es el que goza y delira con este tipo de historias de vagabundos, asesinos, ladrones, estafadores y demás fauna nociva. A ellos se suman con tal de aparecer en la historia fílmica mamás, papás, hermanos, vecinos. Lo importante para ellos y Netflix es presentar sucesos que difícilmente le interesarían a una gran audiencia. Hay casos e historias como la de Kai que pueden durar meses en la noticia.
A Kai se le atravesaron celebridades como las Kardashians y el presentador de televisión Jimmy Kimmel, que lo supo controlar a tiempo, pero sin suerte, tal y como le pasó al primer reportero que viralizó la agresión del hacha. Por algo que no queda muy claro, con pruebas dudosas y que confunden, Kai se vio mezclado en un asesinato que le derribó su castillo de arena, el tipo de patineta y tabla se surfing acabó en un ridículo triste y monumental que lo llevó a juicio y posteriormente a prisión con un saldo de 57 años que no lo hubiera imaginado nadie.
Así, una noticia prácticamente local, conmovió a una gran extensión de americanos, muchos de ellos fanáticos como el documentalista Joe Berlinger, especialista en asesinatos reales de ligas mayores como Ted Bundy, Jonh Wayne Gacy y Richard Ramírez.
Este tipo de historias locales o de un área determinada para el público no informado resultan una especie de curiosidad que casi siempre termina en el fastidio y la aburrición, donde Netflix impone sus condiciones para contar historias que sólo les interesan a algunos cuantos en la vena de un reality show de tercera. Muchos caen, en este caso estuvo involucrado hasta el cantante Justin Bieber.