La última semana del pandémico 2021 falleció el cineasta independiente veracruzano, Christian González, amigo, freak y psicotónico realizador bizarro de filmes que, en su momento, marcaron tendencia encrespada. La primera película que vi de él, “El imperio de los malditos” (1992) era una salvajada asesina. Un año antes había filmado “Ritmo, traición y muerte: La cumbia asesina”, que le dio culto instantáneo. Una abultada filmografía desdeñada por la crítica exquisita y celebrada por el gremio freak, le valió el mote de “Rey del videohome”.
Su tránsito por un cine sin cortapisas, hecho con lo que tenia a la mano, produjo filmes frikis memorables como “Comando terrorista”, “El asesino del zodiaco”, “La muerte de un cardenal”, “Buldog”, “Seducción judicial”, “Sinaloa, tierra de hombres; La ley del cholo”, “Me llaman madrina”, “Confesiones de un asesino en serie”, “La siembro, cosecho y vendo”; “Cabezas rapadas”, “Gordita la del barrio”, “Shibari”, “La banda del antrax”, “El clon de Hitler”, “Darketos”, “24 Cuadros de terror” y “Fondón: Dominación femenina”, entre otras.
Una verdadera curiosidad entre sus videohomes son las cuatro historias (de 10 de la serie); “Los diez mandamientos del narco”, producidas por la Raza Mex, de Felipe Pérez Arroyo, con varios directores. Obedeciendo a una antítesis del narcotráfico, rodó en 2005: “Sí traficarás, sí matarás, sí honrarás a tu coca madre y sí desearás la mujer de tu narco”. Curiosamente todas estaban fuera de lo estrictamente narco y todas, también, se enfocaban más a la pasión erótica.
Cuando se le preguntó a Pérez Arroyo por qué Christian se había salido del huacal narco y había hecho cine erótico (que obviamente no vio en su momento), el productor recordó que le debía un dinero a Christian. De esa manera González le paso factura por la deuda. Christian siempre mantuvo a raya a la industria y una gran parte de su público eran los jodidos. También hay que decir, que era un tipo entusiasta y delirante con su trabajo. Luego de conocerlo personalmente en el Festival de Cine Feratum, nos hicimos muy amigos por nuestra pasión hacia un cine proscrito y atacado a la menor provocación.
En algunos puestos clandestinos del Barrio bravo, sus películas siguen rifando entre los buscadores de rarezas, mientras que, buscando con paciencia zen, pocas de sus películas son localizables en algunas plataformas de streaming. Su nombre y protagonismo forman parte medular de un cine del que él mismo decía: “A mis películas antes de quitarles la mugre, las ensucio más”.
Rusia, Colombia, Guadalajara, donde varias de sus cintas estuvieron en concursos, y por supuesto el barrio de Tepito, lo lloran y lo extrañaran por un cine guerrillero proscrito. Cintas como “24 cuadros de terror” batieron récords de exhibición en El Valle de Chalco y en Ecatepunk. Es hora de pasar revista a su cine diferente y obtuso, ese que nunca se programa en la exquisita y muy selectiva Cineteca Nacional, que prohibió hasta las películas de El Santo.