Como los precios de los cada vez más sofisticados Blu-rays se han caído y compañías como Sony, LG, Panasonic y otras hacen renovados esfuerzos para acercar al consumidor a aparatos con tecnología 4K Ultra HD, con un abatimiento muy por debajo de su precio normal, la única manera de acceder (salvo por default los DVDs) a los ultras tecnologizados conciertos de nueva generación, es sustituyendo los viejos aparatos de DVD en aras de la explosión de imágenes que se ven realmente increíbles.
Por otro lado, la posibilidad de ver imágenes perfeccionadas verdaderamente increíbles, si es que se cuenta con los adelantos en materia de color y definición, que ofrece una nueva generación de pantallas planas, arriba de las 50 pulgadas, hacen una experiencia única en materia de conciertos, básicamente de rock y pop.
En este sentido, significan también la posibilidad de ver a grupos de culto que nunca han sido programados aquí por los jerarcas de la corporación del espectáculo. Brian Ferry y lo que queda de la formación original de adalides del rock como Roxy Music, o agrupaciones mitológicas como The Kinks, serían un golpe certero a las carteras de una no tan vieja generación pudiente que nunca consiguieron verlos en directo en su tiempo.
La perfección de imágenes y sonidos hacen una experiencia única con el mejor boleto de primera fila, y en las películas, ni se diga. La industria de la música que ha cambiado drásticamente no se ha preocupado por explotar sus catálogos de imágenes que cada día se vuelven más accesibles de conseguir por hackers especializados que, prácticamente, no tienen competencia. Para colmo, el público comprador en potencia no tiene opciones de adquirir conciertos que no son (para la industria) viables éxitos. De ahí que un nutrido contingente se dedique a la piratería.
Hay expertos en el clandestinaje que ofrecen material a versados y coleccionistas a precios imposibles de rechazar. Su virtual competencia (en cuestiones de audio e imagen) son los laberintos de la tecnología que ofrece lo mismo. El arte alternativo de su presentación, que puede venir de Europa o Japón, no tiene prácticamente competencia. Los catálogos de imágenes se pueden bajar cuando le meten mano tecnológica a los diferentes productos que ofrecen. Hay los que operan a pedido del cliente, que regresa por más, una vez que checa por internet lo que está comprando en ediciones alternativas.
Para darse una idea por músicas, géneros y estilos, Decibel, una plataforma de venta desautorizada, ofreció en su momento la friolera de más de mil títulos de conciertos, que nunca llegaron al desaparecido Mixup ni tiendas similares que cambiaron de identidad de venta.
Los que manejaban los destinos económicos de la música de marca, desaparecieron. La única alternativa que quedó ha sido, hasta ahora, la copia a imagen y semejanza del original. Y por increíble que pueda parecer, en este tiempo en donde se confecciona la peor música moderna que se ha hecho en la historia, todavía hay cabida para la calidad del rock progresivo, el pop profesional, las experimentaciones, las aleaciones del metal y la electrónica. Y acompañados de la imagen de sus creadores en concierto, mejor. pepenavar60@gmail.com