Uno de los más famosos antros del DF fue, sin duda, Rockotitlán, que estaba enclavado en el segundo piso de lo que alguna vez fue el Terraza Casino de Insurgentes 952.

Las mil y una patrañas que se conocen sobre el que fuera también semillero de buena parte del rock nacional es hora de que no tiene una historia fidedigna, ya no se diga bien contada, sino bien documentada y con grandes baches en el aspecto musical.

Pocas son las lenguas confiables que saben sobre su fundación, mientras que otras, por conveniencia, la cuentan con claros favoritismos. En un panorama poco honesto, los que se han dedicado al estudio del antro no pueden dar constancia de una discografía confidencial de los que ahí desfilaron desde 1985, ni en aproximaciones, ni en tesinas como la de Teresa Díaz Alvarado.

Ni los piratas más confiables y profesionales a la hora de documentar a muchas bandas que en alguna fecha tocaron ahí son fuente de credibilidad. Sin embargo, a veces, donde menos se espera, salta la libre.

No hay lo que se puede decir una discografía que documente con propiedad la primera y última tocada.

Muchos son los que presumen haber actuado alguna vez ahí pero, si no se está en los programas de los que pocos coleccionan algunos de ellos, es como si nunca hubieran pasado por ahí. Lo mismo podría decirse de los que quedaron plasmados en el emblemático mural de Gerardo Montagno.

De 1985 al 20 de marzo de 2004 duró en activo, con sus bemoles, Rockotitlán, siendo más famoso que lugares similares como El LUCC, el Rock Stock, El 9 y El Tutifruti, por mucho. Fue inaugurado la noche anterior al terremoto de 1985 y las pistas para ubicar trayectorias y noches de debut y despedida no son nada dignas de crédito. Cada quien parece contar la historia del lugar desde su perspectiva: Sergio Arau, El Mastuerzo, Armando Vega Gil (de Botellita de Jerez), el siete suelas de Tony Méndez (de Kerigma) y muchos más. El problema es la credibilidad.

Hay pocas fotos testimoniales de algunas bandas que por ahí tocaron, representan sus propias experiencias. Fuera de un sampler “oficial” en casete, circuló en MP3 un compilado pirata de grupos prácticamente sin identidad discográfica. 133 temas dan una aproximación de lo que ahí tocaban: Tex Tex, California Bues, Secreto callado, Hugo Tamayo, Aragón, Jesse Blues, Karátula, Toma Dos, Esquizofrenia, Auténticos Decadentes, Discordia, Heavy Metal, Los Gestos de la Doña, Mago de Oz, Rata Blanca, Sam Sam, Interpuesto, Isis, Lirán Roll, Sur 16, Concreto, el Haragán, Banda Bostik y El Tri.

También tocaban con cierta regularidad, Caifanes, Café Tacvba, Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, Víctimas de Dr. Cerebro, Coda, Sistema, Culver, Ninot, Maná, Cuca, Ritmo Peligroso, Los Amantes de Lola, La Castañeda, Rastrillos, Ansia y Santa Sabina. La última tocada de Chac Mool, antes de su desintegración, se llevó a cabo ahí. Pisaron el mítico lugar Las Ultrasónicas, Tijuana No, Kenny y Los Eléctricos y Lagartos. Algunos afirman que también tocaron ahí los Héroes del Silencio y se libraron varias campales de “La batalla de las bandas”.

Cuando cerró Rocko, se abrió El Antro, allá por los rumbos del Estadio Azteca. Se afirma que la parte cultural estuvo a cargo de Jorge Pantoja con libros, películas, fanzines y T-Shirts. Un movimiento financiero dio lugar a Discos Rockotitlán, pero finalmente no pasó de la experiencia de un hoyo funki.

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