En solidaridad con Héctor de Mauleón

José Mujica fue el líder militar de la columna 10 del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. “Había entrado con sus compañeros de armas al bar La Vía después de preparar, en una casa segura, el robo a la mansión de una acaudalada y tradicional familia de empresarios uruguayos, un golpe que daría a la guerrilla fondos para seguir operando…”. Ahí, en el bar, una patrulla les pidió sus documentos. “Quiso escapar. Los policías lo redujeron”. “En el piso, desarmado, lo acribillaron”. “Trasladado al hospital Militar, fue operado de emergencia”. “Fue a dar a la cárcel”. “En 1971 protagonizó, junto con otros ciento diez presos, la mayoría miembros de la guerrilla, una espectacular fuga del penal donde estaba recluido en Montevideo”. (Mauricio Rabuffetti. José Mujica. La revolución tranquila. Aguilar. Montevideo. 2014).

Fue recapturado en 1972, en 1973 se produjo el golpe de Estado que canceló la vida democrática en Uruguay, instaurando una dictadura que duraría 13 años, mismos que Mujica pasó en la cárcel. ¿Cuánto influyó la guerrilla y la espiral de violencia en ese desenlace? Si alguien estuviera interesado existe el libro de Julio María Sanguinetti, La agonía de una democracia. Santillana. Uruguay. 2008).

Mucho se ha escrito en estos días sobre José Mujica y no podía ni debía ser de otra manera. Aquel guerrillero llegó a ser presidente de Uruguay de 2010 a 2015. Fue además senador, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, una vez restablecida la democracia, y su figura rebasó, y por mucho, las fronteras de Uruguay. Se austeridad, inteligencia, bonhomía, su capacidad para escuchar, para explicar en forma sencilla (que no simple) sus políticas lo convirtieron en un ícono internacional, una figura digna de ser imitada (aunque esto último resulte imposible).

Pero más allá de eso, creo que lo más relevante, lo que es necesario subrayar. fue su transformación política. Su paso de los códigos de la lucha armada al compromiso democrático. Rabuffetti afirma: “La libertad para el Mujica posterior a la etapa guerrillera, va antes que cualquier otra cosa…”. Y reproduce los dichos del historiador Gerardo Caetano: “un hombre múltiple o un magma ideológico, producto de la fusión de valores esenciales a la identidad uruguaya… Alguien que no puede ser libre aceptando la desigualdad, pero tampoco puede imponer la igualdad suprimiendo la libertad. Y esa es una tensión que se resuelve por pacto. Y es el descubrimiento más tardío de Mujica. En los sesenta creía que esto se resolvía imponiendo, por la vía de la revolución armada y hoy advierte las claves de la democracia. Entre ellas la tensión entre libertad e igualdad, y se da cuenta que el gran instrumento para tramitar (resolver) esa tensión entre libertad e igualdad es la solidaridad”. (Rabuffetti. Op.cit.).

Quizá sobra decir que en Uruguay muchos vieron con reserva y aún miedo el arribo de Mujica a la presidencia. Su pasado gravitaba en su contra. Pero en el primer discurso como presidente intentó despejar dudas. Dijo: “pondremos todo nuestro empeño en cumplir los mandatos constitucionales, en cumplir los que aluden a las formas de organización política del país…”. (Ibid.).

Mujica encarnó una izquierda en las antípodas de aquella que hoy se encuentra en el poder en Cuba, Nicaragua o Venezuela. Supo que quien a nombre de la igualdad sacrifica la libertad, acaba por edificar dictaduras. Y su afán fue construir un país en el cual florecieran la igualdad y la libertad. Tarea titánica.

Profesor de la UNAM

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