La madrugada del pasado 7 de octubre la organización terrorista Hamas lanzó desde la Franja de Gaza mortal asalto relámpago contra Israel, denominado “Tormenta Al-Aqsa, iniciado con el lanzamiento de casi “5 mil cohetes”, simultáneamente rompiendo en varios puntos el alambrado fronterizo, en tanto que milicianos cruzaron la frontera volando en paracaídas desde tierra y mar. Los terroristas, a la intemperie y de casa en casa, asesinaron brutalmente a familias enteras. La indiscriminada masacre arrojó centenas de muertos -al momento se habla de mil 300 muertos- y más de un centenar de civiles, soldados, niños y ancianos tomados como rehenes, entre los cuales se encuentra una pareja de jóvenes mexicanos. Hamas ha prendido la mecha de una nueva conflagración armada en medio oriente, la cual podría extenderse a Siria y a Líbano -sin descartar Irán- cuyo desenlace será de incalculables proporciones. El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu advirtió que la operación “Espadas de Hierro” será una larga guerra - 300 mil reservistas han sido movilizados- en la que Hamas será completamente aniquilado. Israel ha conformado un gobierno de unidad nacional, un gobierno de emergencia en el cual gobernará conjuntamente el líder de la oposición, el exsecretario de Defensa, Benny Gantz, junto con un gabinete de guerra, enfocados exclusivamente en el conflicto armado. Lo que dure la guerra y cual sea el resultado de la misma, Netanyahu y al menos su secretario de Defensa Yoav Gallant, habrán de comparecer ante un alto Tribunal, acusados de negligencia criminal, consecuencia de un gobierno disfuncional, propiciando que desde Gaza, Israel fuera brutalmente sorprendido. ¿Dónde queda el orgullo del legendario Mossad, de Shin Bet, que hasta inspiraron series de Netflix como Fauda?
El historiador y escritor judío Yuval Noah Harari se refirió al precio que está pagando Israel tras años de arrogancia, lo cual no justifica lo sucedido, calificando a Benjamín Netanyahu de caudillo populista, genio de las relaciones públicas pero incompetente primer ministro que siempre ha puesto su interés personal por encima del de la nación, que construyó su carrera política dividiendo al país para ponerlo contra sí mismo, que designó funcionarios en puestos claves de gobierno en base a su lealtad más que en su capacidad, adjudicándose todos los éxitos sin hacerse cargo de ningún fracaso y siempre poco interesado en escuchar o decir la verdad.
Que quede claro, Hamas es un grupo terrorista, no representa a los palestinos, no es un gobierno, por lo que México, el México democrático debió condenar contundentemente la salvaje incursión en suelo israelí perpetrada por milicianos de Hamas, abstenerse de condenar la agresión es negar lo ocurrido. AMLO: “Nosotros no queremos tomar partido, queremos ser factor para la búsqueda de una solución pacífica”. La embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger: “En este momento no se puede guardar la neutralidad y el equilibrio y decir que no se puede tomar lado, porque no estamos hablando de un conflicto entre dos naciones que tienen un desacuerdo. Estamos hablando de un grupo terrorista que atacó sin ninguna provocación… Los de Hamas son terroristas y no se dialoga con terroristas”.
López Obrador: Es tiempo de definiciones, o se está a favor o se está en contra, no hay tintas medias.