AMLO el pasado 3 de abril a los medios de comunicación: “Los voy a tener siempre a raya, cero manipulación, porque ustedes no informan, ustedes manipulan”. ¿Qué significa traer a raya a los medios, ¿limitarlos, controlarlos, dirigirlos, darles de nalgadas? La libertad de expresión de los medios es un logro de la democracia, por encima del poder efímero del gobernante en turno.
Con la chocarera frase de que “es tiempo de zopilotes, toda la prensa que manipula, que está vendida y alquilada se dedica a atacarnos”, AMLO evade respuestas incómodas, se lanza contra periodistas e intelectuales “orgánicos” de cabecera, “finísimas personas molestas porque ya no pueden seguir robando, enemigos de la transformación, calumniadores, mentirosos que nos atacan, pero el pueblo es mucha pieza”.
Enrique Krauze, crítico habitual de los sucesivos gobiernos mexicanos desde 1970, ha sido mencionado, denostado y difamado por López Obrador en las mañaneras —en 301 ocasiones— acusándolo de haberse vendido a dichos gobiernos anteriores y de conspirar para traerlos de nuevo al poder.
Enrique Krauze, tal y como en su momento Carlos Loret de Mola, Héctor Aguilar Camín y otros periodistas injuriados desde el poder, resolvió fijar su posición al respecto, desde un espacio editorial del Washington Post. Krauze percibe a López Obrador como un gobernante con aspiraciones absolutistas, un presidente furioso con sus críticos, casi todos periodistas, escritores e intelectuales, a los cuales suele denunciar públicamente en declaraciones que fácilmente podrían ser malinterpretadas. Sus discursos están plagados de ataques ad hóminem, entregándose a la calumnia y la difamación, atacando directamente a sus críticos desde la sede del poder Ejecutivo, utilizando fondos públicos. Quién lo critica forma parte de una conspiración dirigida a su derrocamiento. Todos sus críticos son corruptos, solo impulsados por intereses materiales, los presenta como enemigos del pueblo, llegando a exhibir públicamente información personal y documentos fiscales reveladores de sus ingresos, insinuando que fueron obtenidos indebidamente. Krauze refiere que el resentimiento de AMLO en contra suya proviene desde que lo criticó públicamente previo a las elecciones de 2006, recriminándole AMLO en respuesta el querer aplastar al pueblo y causar gran daño a México. De entonces, la fijación de López Obrador contra Krauze ha venido escalando, mencionándolo continuamente como jefe de un grupo de intelectuales orgánicos ajenos al pueblo, cuyo interés primordial es el dinero. Krauze menciona haber sido acusado por AMLO de realizar una estrategia para derrocarlo, habiéndole pedido a Biden intervenir en México, nombrándolo justo a él como embajador para preparar el golpe. Semanas atrás, AMLO instó al público mañanero a encontrar la dirección del domicilio particular de Krauze para revelarlo a los medios. Krauze advierte del riesgo en que el presidente de México pone la vida de los periodistas, críticos e intelectuales que cuestionan a su gobierno, concluyendo en que AMLO nos conduce a un estado de partido único bajo control de un solo hombre.
López Obrador de bote pronto tachó a Krauze de “traficante del periodismo”, declarándose representante de un movimiento pacifista, la Cuarta Transformación.
La dinámica bautizada por López Obrador como “diálogo circular” en la práctica no circula, la mañanera a nivel nacional patrocinada por el Estado, obviamente tiene mayor difusión y repercusión que el limitado espacio de cualquier crítica o réplica.
Analista político