México entiende la soberanía nacional como el ineludible derecho a gobernarse a sí mismo sin interferencias extranjeras, asumiendo sus propias decisiones políticas, económicas y de seguridad. La presidenta Claudia Sheinbaum explicó que los sobrevuelos de Estados Unidos en territorio nacional habrían sido violatorios a nuestra soberanía nacional, en caso de haberse realizado sin consentimiento expreso del gobierno mexicano, aclarando que desde hace años el país del norte efectúa vuelos sobre territorio nacional, mediante expresas peticiones al gobierno de México “para poder atender condiciones de seguridad… “No hay nada ilegal, los vuelos son parte de coordinación y colaboración, no nos van a vulnerar porque pueblo y gobierno somos uno solo…Se acepta la ayuda en el marco de nuestros principios y soberanía, en el marco de la coordinación y la cooperación”. Hubiese sido conveniente desde un principio, aceptar públicamente la existencia de sobrevuelos de Estados Unidos sobre nuestro territorio, sin recurrir a imprecisas respuestas de la presidenta Sheinbaum, como ocurrió al desestimar el vuelo de misiones encubiertas de drones MQ-9 Reaper de la CIA sobre México, minimizando dicha información, calificándola de “campañita”. De haberse divulgado oportunamente el mutuo acuerdo para efectuar dichos sobrevuelos, seguramente se habrían evitado las incómodas filtraciones de The New York Times, The Washington Post y la CNN, revelando que la CIA está volando drones espías sobre territorio mexicano para detectar laboratorios de fentanilo, además del despliegue de operaciones clandestinas enfocadas a combatir los cárteles de las drogas.

El presidente Trump justificó el cometido de los vuelos encubiertos con drones y aviones militares sobre el espacio aéreo mexicano: “Tenemos muy buena relación con México, pero creo que México está en gran medida controlado por los cárteles, y es triste decirlo. Y si quisieran ayuda con eso, les daríamos la ayuda. Pero México, si nos fijamos en lo que ha pasado durante años, pero ahora especialmente, está dirigido por los cárteles, y han permitido que millones de personas entren a nuestro país desde cárceles y prisiones de otros países”. Oficialmente seis cárteles mexicanos han sido designados como organizaciones terroristas, haciéndoles “elegibles para ataques con drones”.

Las cartas han quedado abiertas, tanto los presidentes de México como de Estados Unidos han aceptado el sobrevuelo de aviones militares y drones estadounidenses en territorio mexicano para enterarse de la operación y penetración de los distintos cárteles de la droga. Si los vuelos espías han sido convenidos y obedecen al espíritu de coordinación y cooperación entre ambos países, sin tocar ni con el pétalo de una rosa nuestra “soberanía nacional”, entonces, ¿por qué no extender este fraterno ánimo de coparticipación y aceptar la ayuda ofrecida -con beneficios compartidos- por el país vecino, que cuenta con sofisticados equipos y tecnología de punta para combatir con mayor efectividad la fabricación, distribución y consumo de drogas, especialmente fentanilo, sin incurrir en injerencismo ni subordinación? Sería un golpe contundente al crimen organizado, la delincuencia se mitigaría en buena parte del territorio nacional, se abatiría el número de muertes violentas, robos, cobros de derecho de piso, se recuperaría la calma en calles, escuelas, empresas, comercios y demás centros de esparcimiento. La soberanía nacional no sería mancillada, el tratado comercial con Estados Unidos sería renegociado exitosamente, y sobre todo, callaríamos las armas.

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