Las opiniones difieren, se trate del rumbo económico, de la política fiscal o del desempeño del gobierno, se vale discutir sobre si una reforma ayuda o estorba, si una medida protege o asfixia, pero cuando se trata de “números” se acaba el debate ideológico; los números no opinan, simplemente se leen y se interpretan.

Lo que hoy dicen los números de la economía nacional no invitan al optimismo. A julio pasado, la actividad económica cayó 1.2% respecto al mismo mes del año anterior y el Indicador Oportuno de Actividad Económica estima que en agosto apenas creció 0.2%. No hay repunte, hay estancamiento. En los primeros siete meses del año el crecimiento acumulado es de 0.1% -si sumamos agosto, no cambia el cuadro-, el consumo privado, termómetro del ánimo en los hogares, retrocedió 0.4%, es decir, la gente gasta menos, el crédito se aprieta y los precios no aflojan. la inversión fija bruta cayó 7.2% en julio y 6.8% en el acumulado del año. La inversion pública se contrajo más del ¡22! El motor del crecimiento está apagado y no hay batería de emergencia. Agreguemos una señal inquietante: las remesas, las cuales después de años récord empiezan a contraerse. Mientras tanto, las contingencias a atender por los desastres causados por fenómenos naturales –habiendo liquidado el Fonden– obligan a echar mano del presupuesto. Atender a las comunidades afectadas sin reglas claras ni fondos etiquetados, propicia huecos financieros difíciles de cubrir.

El escenario internacional tampoco ayuda, las políticas arancelarias y los discursos impredescibles de Trump, aunados a la inminente revisión del T-MEC, traen incertidumbre. En Washington ya se habla de acuerdos bilaterales fuera del marco trilateral, lo que podría dejar a México en posición incómoda. Y dentro del país, la Reforma Judicial ha sembrado desconfianza entre los inversionistas, quienes dudan si el Estado de derecho se convierte en una promesa o simplemente será una anécdota.

Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, dijo que las inversiones no se han caído, que solo están en stand-by. O sea, están en pausa, lo que en la práctica significa que no están. Se especula en torno al Plan México, el cual urge se torne en Realidad México. La expectativa de crecimiento del sector privado para 2025 es de apenas 0.5%, nuevamente por debajo del uno por ciento. Creceremos por debajo de la población, lo que en términos simples significa que somos más, pero vivimos peor.

Podremos debatir causas y narrativas, pero los números son tercos. No hay milagro económico a la vista, si no se recupera la inversión, si no retorna la confianza y si el gobierno sigue parchando con fondos de emergencia lo que debería haber sido planeado con estrategia, seguiremos flotando en la misma agua tibia del estancamiento. El gobierno puede amonestar a la prensa calificándola de ruin, maquillar los discursos, culpar a los anteriores gobernantes o al entorno internacional, pero lo que no puede hacer es torcer la realidad. Leamos los números, interpretémoslos, saquemos provecho de su tajante mensaje: Sin confianza, sin inversión y sin rumbo, el país no crecerá, sólo se entretendrá en resistir.

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