Aunque desde el poder se insista que en la 4T la línea es que no hay línea, pues sí hay línea; en esta ocasión: Todos los involucrados en el movimiento estarán a favor de la Reforma Judicial, por la designación de jueces, magistrados y ministros mediante el voto popular.
En tal situación, el tantas veces inconforme que invariablemente termina conforme, el adaptable Ricardo Monreal, apenas rival de la presidenta electa Claudia Sheinbaum y próximo líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, se dejó oír en Guadalajara, en el foro sobre la reforma al Poder Judicial, expresando que él estuvo convencido de la necesidad de dicha reforma, inclusive antes que AMLO. Monreal censura a Norma Piña, presidenta de la SCJN, por haber tensado la relación con el presidente López Obrador, al defender la autonomía e independencia del Poder Judicial, mostrando una evidente “falta de pericia política”, provocando la rispidez y la mala relación entre ambos poderes, por lo que es indispensable reformar el PJ para que haya colaboración. Las resoluciones de la Suprema Corte contra las obras prioritarias de AMLO, son la causa de que se busque reformar el Poder Judicial. O sea, si la presidenta de la Corte tuviera “más pericia política” -digamos, como Arturo Zaldívar- y fuera más complaciente con el presidente de la República, pues entonces no habría motivo para dicha reforma.
Para Ripley, la ministra tramposa de la Suprema Corte, Yasmín Esquivel, sí, la que plagió su tesis, en un alarde de justa entre los justos, planteó en sesión privada del Pleno -¿con qué calidad moral?- la renuncia de la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña, debido a que carece de interlocución con las mayorías legislativas de Morena y con el Ejecutivo, para negociar cambios a la reforma al Poder Judicial. Doña Jazmín propone el voto popular para elegir jueces, ministros y magistrados, “tal y como fue el mandato en las urnas del pasado 2 de junio”. O sea, en las urnas no sólo se votó por Morena y sus candidatos, sino que también venía incluido un paquete de futuras iniciativas, tal como sostiene Fernández Noroña en el sentido de que el 2 de junio el pueblo determinó que se renueve todo el Poder Judicial.
La mayoría de ministros de la Corte rechazaron la petición de renuncia de Norma Piña. Incluso, la ministra Piña se ha mostrado favorable a elaborar una contrapropuesta alterna a la reforma presidencial para ser presentada en agosto próximo, aceptando que sí haya un relevo de juzgadores, pero de forma escalonada. AMLO: “No sólo es ella -Norma Piña-, es una crisis del Poder Judicial. ¿ Y cómo se enfrenta una crisis, una decadencia? Pues con una reforma, con una transformación, no parchando”. Por supuesto, el Poder Judicial es perfectible, lo cual no significa que por una humedad haya que derrumbar toda la casa.
Elegir a jueces por voto popular vulneraría la independencia e integridad del Poder Judicial, los jueces profesionales se verían reemplazados por otros electos con menores méritos y en el financiamiento de campañas se filtrarían recursos del crimen organizado y de “coyotes” a los que obviamente habría que agradecer su “apoyo”.
Indudable, hay línea.