Suele decirse que el séptimo año es el más difícil del sexenio, el año del juicio popular a la gestión presidencial. Esta ocasión reviste una connotación especial, es el tercer acto de una cruzada iniciada por Andrés Manuel López Obrador, doce años previos a su ascensión presidencial.

Primer acto.- En 2006, López Obrador es derrotado por mínima diferencia -0.56%- por Felipe Calderón en discutida elección presidencial. AMLO, inconforme, cerró el Paseo de la Reforma por 47 días, se erigió en el Zócalo capitalino como presidente legítimo y designó un gabinete alterno coadyuvante en difundir sus propuestas de gobierno. AMLO, desde entonces, realizó infatigables giras por el país desafiando la legitimidad del gobierno de Calderón, fortaleciendo su base y consolidando su liderazgo opositor. Es así como se sentaron las bases para la creación del Movimiento de Regeneración Nacional -Morena- en 2014. López Obrador, incesante, criticó durante doce años de campaña los excesos de los ineficientes gobiernos neoliberales, corruptos, “con raquítico crecimiento económico del 2% anual”, dejando obras inconclusas, con alarmante inseguridad, otorgando contratos directos a cuates, adquiriendo deuda externa, en fin, se lanzó contra una “mafia del poder” con una narrativa de “nosotros junto con el pueblo, contra ellos”.

Segundo acto.- En 2018 en su tercer intento consecutivo, López Obrador fue electo Presidente. Ofreció combatir -erradicar- la corrupción de arriba hacia abajo, ufano de que “no somos iguales”, sino poseedores de una honestidad valiente en que “primero los pobres”, tildando a los neoliberales conservadores de clasistas y racistas, representando al avispado pueblo bueno y sabio, defendiendo la austeridad republicana. Ofreció también no aumentar la deuda pública. Veamos la transformación ocurrida en sus principales obras emblemáticas: AMLO canceló la avanzada construcción del NAIM por “corrupción” y “excesivos costos” supliéndolo por el AIFA. Igualmente, en su anhelo de alcanzar la autosuficiencia energética, decidió erigir la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, inaugurada en 2022. El Tren Maya, posiblemente la obra cumbre del sexenio, para conectar el sureste del país, abarcando 5 estados, motor del desarrollo turístico y económico, inaugurado en etapas desde 2023. Eliminó el Seguro Popular y varios fideicomisos, con el argumento de opacidad.

Tercer acto.- El juicio de la historia, la neta, aciertos y errores. Haber cancelado el Hub que significaba el NAIM, cubriendo altas indemnizaciones, supliéndolo por el AIFA, más alejado y de medio pelo, sin igualar capacidad, conectividad y rentabilidad; la CDMX sigue carente de un aeropuerto de talla mundial. Dos Bocas además de que ha duplicado su costo original -de 8 mil millones a 20 mil 168 millones de dólares-, ahora requiere mil millones de dólares más y comenzará a refinar petróleo hasta 2027. El Tren Maya ha triplicado su presupuesto original -de 140 mil millones a 500 mil millones de pesos-, y no está concluido, no viaja a las velocidades previstas ni tampoco hay filas para abordarlo. En cuanto al Seguro Popular, suplido por Insabi y luego IMSS Bienestar, sigue padeciendo el desabasto de medicamentos. Referente a la deuda pública, ésta se trepó de 10.7 billones de pesos -43% del PIB- a 17 billones de pesos -50% del PIB-. Los programas sociales fueron financiados con deuda.

El veredicto del séptimo año será implacable. Enorme distancia entre criticar, prometer y cumplir.

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