"Trump te quiebra el brazo, para luego negociar". Frase que resume la estrategia con la que se posesiona el reinstalado inquilino de la Casa Blanca con sus distintos interlocutores.
Con bombo y platillo, en franco alarde de opulencia, rodeado de los máximos multimillonarios del orbe –una fortuna conjunta, entre ocho de ellos de 1.35 billones de dólares–, Donald Trump juró nuevamente, ahora como el 47 presidente de Estados Unidos, en una desmedida exaltación al ego, elevando el narcisismo al máximo, alardeando: “Todos los países nos necesitan, nosotros no necesitamos a ninguno”. Del presuntuoso discurso de inauguración destaca: “La edad dorada de Estados Unidos empieza ahora. A partir de este día nuestro país florecerá y será respetado otra vez por todo el mundo, será la envidia de todas las naciones y no permitiremos ya que se aprovechen de nosotros…A partir de este momento la declinación de América ha terminado”. A continuación, Trump procedió a la firma de una serie de órdenes ejecutivas o decretos, iniciando por declarar estado de emergencia a la frontera con México, amagando con detener de inmediato a quien ingrese como ilegal, regresando a los millones de “extranjeros criminales” a sus lugares de origen. Trump suscribió una orden que anula la ciudadanía por nacimiento a hijos de indocumentados, advirtiendo sobre la reanudación de la construcción del muro fronterizo. Anunció Trump el restablecimiento del “Quédate en México”, refiriéndose a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras, procediendo a amenazar con enviar tropas a la frontera sur para “repeler la desastrosa invasión” a su país, “Podría ocurrir, cosas más extrañas han ocurrido”. Trump reiteró la amenaza de aplicar aranceles e impuestos del 25% a México y Canadá, países que “permiten el ingreso de una gran cantidad de personas –migrantes– y de fentanilo a Estados Unidos. Ambos países se venían enriqueciendo a costa de los Estados Unidos, ahora será tiempo de enriquecer a nuestros ciudadanos”. En caso de formalizarse dicha acción, dudo que los aranceles a México sean del 25%, ya que ocasionarían disrupción en las cadenas de suministros, incremento en costos de logística y elevaría la inflación.
Por si lo anterior fuera poco, hemos de agregar que Trump en su arrogancia, pretende forzar la renegociación anticipada al T-MEC –según el Wall Street Journal– programada para 2026, con el primordial propósito de cambiar las reglas automotrices, obligando así a plantas del sector automotriz a mudarse de México y Canadá hacia Estados Unidos. Sería un golpazo económico para México verse afectado en las exportaciones relacionadas con el ramo automotriz.
La presente realidad amerita promover un pronto encuentro entre Claudia Sheinbaum y Trump, buscando –de ser posible– establecer una directa, empática y hasta cordial relación personal. Paralelamente, reconfigurar un capacitado y experimentado equipo consular y diplomático, versados en la relación con Estados Unidos, procurando además el apoyo de gobernadores republicanos fronterizos y/o líderes empresariales influyentes. Así mismo, activar paneles de solución de controversias en el T-MEC, presentando una positiva narrativa de la relación bilateral, y de ser posible, promoviendo iniciativas conjuntas que igualmente sean políticamente admisibles para Estados Unidos en programas migratorios o proyectos de infraestructura fronteriza. Ante la lengua suelta, la cabeza fría.