A Julie.
Existen altas posibilidades de que la próxima presidenta de México sea Claudia Sheinbaum. De rigor los candidatos oficiales procedían de entrada a pintar su raya con el mandatario saliente – su gran elector- anticipando que se rectificará el rumbo del país, que él sí sabe como hacerle, que habrá bienestar para las familias, que abatirá la pobreza, que terminará con la corrupción y que a él nadie lo manipula. Había que deslindarse del presidente.
Esta ocasión es distinta, la candidata -que no es candidata- Claudia Sheinbaum exalta en cada oportunidad la figura de Andrés Manuel López Obrador, sin discrepancia alguna, sin la menor crítica, al contrario, cada dicho, cada declaración, cada decisión, cada acción de AMLO es secundada sin reserva, gesticulando y repitiendo las mismas frases de cajón, criticando a los mismos, hasta adoptar por momentos un marcado acento tabasqueño. En tiempos pasados, por cuenta del presidente entrante o por cuenta propia, Echeverría, López Portillo, Zedillo, Calderón y Peña salieron a tomar aire fresco en otros lares. Ahora el tlatoani incluso le ha transmitido -es un decir- el bastón de mando a quién intenta sea su sucesora.
Ernesto Zedillo en un foro sobre el desarrollo en México, se refirió al perfil que él considera debería tener el próximo presidente de México: “Me gustaría un presidente que no sea elegido mintiendo a la gente. Un presidente que no gobierne mintiendo a la gente, culpando a otros por sus propios errores…que no divida a la sociedad”. La réplica al respecto a cargo de Claudia Sheinbaum: “Zedillo nos viene a hablar de que está en riesgo la democracia del país, que es lo peor que le puede pasar a México, ¿y saben que le contestamos?, que la democracia es el poder del pueblo y eso es lo que está haciendo el presidente López Obrador y eso es lo que vamos a hacer durante el periodo que nos toque gobernar”. Creemos que Claudia debe comenzar a brillar con luz propia, con proyectos de su autoría, con un discurso particular, sin tener que romper con AMLO, pero convenciendo de que ella no será un apéndice del actual régimen, desterrando cualquier especulación de Maximato.
La incorporación de Arturo Zaldívar al equipo de Claudia, cuyas propuestas dice compartir completamente, asegurando que “no persigue ningún cargo público sino contribuir a la transformación del país” es inequívoca señal del acomodamiento de las leyes al capricho del Poder. El señor ministro confirma haber sido durante su gestión juez y parte, es decir, era imparcialmente parcial. Zaldívar ignoró el artículo 98 constitucional que limita la renuncia de los ministros de la Suprema Corte a causas graves, argumentando que “mi ciclo en la Suprema Corte ha terminado”, pues no, su ciclo terminará dentro de 13 meses, es más, recordemos que Zaldívar pretendió extender su estancia por 2 años más, claro, como presidente de la misma. Por supuesto que Zaldívar aspira a un cargo público, ya el tiempo lo confirmará en caso de ganar Claudia la presidencia, quién por lo pronto declaró “Me reuní con Arturo Zaldívar, acordamos trabajar juntos para avanzar en la transformación del país”. De acuerdo, el país debe avanzar, pero acomodándonos nosotros a las leyes, no acomodando las leyes a nosotros.