La gobernación de la justicia del México actual, requerimiento necesario e inaplazable para superar condiciones de inseguridad vivida día a día, conviene volverla a mirar desde el siglo XIX, más que como ejercicio histórico, se tratar del sentido de las luchas por la independencia, por la libertad y por la justicia sembradas desde los principios, normas y valores producidos en la etapa del movimiento insurgente.

Entre los grandes arquitectos de esa insurgencia, José María Morelos y Pavón destaca como un visionario, comandante, militar, ideólogo y pensador social que entendió, valoró y condujo hacia la libertad, a la soberanía política, al Constitucionalismo, a la impartición de la justicia y a la realización a la vida digna del pueblo mexicano.

En efecto, en el documento: Sentimientos de la Nación, Morelos sostuvo: “Que la América es libre, e independiente de España y de toda otra Nación”; “Que la Soberanía dimana inmediatamente del pueblo”; “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”.

Así, Morelos convirtió la justicia en principio rector de la insurgencia y la conjugó como derecho humano en la construcción de la nueva República. En su ideario social condensó que la ley protegiera al pobre, moderara la opulencia y garantizara el bienestar común. Su legado, lejos de ser un vestigio o un recuerdo, sigue y se ha constituido en orientador, criterio y fundamento para quienes luchan por un orden más justo y verdaderamente libre, así como por las instituciones impartidoras de la justicia.

Morelos entendió que la independencia no podía limitarse a la expulsión de los españoles, sino que debía implicar una refundación de un nuevo orden político, social, jurídico y justo. Por ello, su proyecto político se centró en la creación de instituciones que garantizaran la igualdad, la libertad y la justicia.

En una época de insurgencia, su firme decisión y convicción critica de despojar a la Nación del sometimiento extranjero, marca la búsqueda de justicia, de construir una República democrática, de expulsión de los esclavistas, en donde la ley fuera expresión de la voluntad general y no instrumento de dominación. Sin duda, con la gran influencia de las ideas del padre del contractualismo Jean-Jacques Rousseau, previsto en su obra: “El Contrato Social” (publicado en 1762), en la que expuso el Estado y la sociedad surgen de un pacto entre individuos, con el objetivo de establecer una autoridad legítima que garantice la libertad y la igualdad de todos.

En el plano de la Constitución de Apatzingán, promulgada en 1814, impulsada por Morelos, estableció: el derecho de los ciudadanos a modificar o abolir el gobierno si este no garantiza su felicidad. Es decir, en esa disposición, se reconoce al pueblo como soberano no sólo en lo formal, sino en lo sustancial. La felicidad, entendida como el goce de la igualdad, la seguridad, la propiedad y la libertad, se convierte en el criterio de legitimidad del poder.

Morelos no concebía la justicia como una abstracción jurídica, sino como una realidad concreta que debía expresarse en el bienestar de las familias, en el acceso a la tierra, en la abolición de la esclavitud y en la eliminación de los tributos injustos. Es una visión amplia.

Es en esencia, la determinación para que los pueblos recuperen su dignidad, su historia, su derecho a vivir a plenitud, con justicia.

De ahí, Morelos se constituye en el insurgente de la justicia mexicana vigente.

José René Olivos Campos

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