1 de septiembre de 1925. Abre sus puertas el Banco de México en un acto solemne encabezado por Plutarco Elías Calles, presidente de la República.
Los primeros cien años de vida de Banxico resuenan como eco de lo que fue el México institucional. Son prueba de que la estabilidad -bien público y condición necesaria para el tan anhelado desarrollo económico- se logra a partir de la construcción de un andamiaje institucional sólido. Más aún, la historia de la banca central es testimonio de la posibilidad de crear instituciones confiables, con propósito, congruentes y capaces de trascender el orden sexenal en México.
El centenario volvió a reunir al pensamiento económico mexicano en San Ángel, en la celebración ofrecida por el ITAM y el Centro Cultural Manuel Gómez Morin. No podía ser distinto: el Banco de México y el ITAM comparten un vínculo histórico que abarca cerca de ochenta de los cien años. Se suma, además, don Manuel Gómez Morin, autor del proyecto fundacional del Banco, cuya visión y legado en la sociedad mexicana también convergen con el propósito del ITAM. Dar voz y rostro a autores que acompañan en la carrera, en Estudios Generales, fue muy emotivo. El concurso de todos los exgobernadores del Banco fue una auténtica cátedra de historia viva.
El andamiaje institucional creado por la tecnocracia callista en los años veinte no fue asunto menor. De ahí la vigencia del pensamiento y obra de don Manuel. Además del Banco de México, hoy le sobreviven, entre otras, la Escuela Bancaria y Comercial y su proyecto de consolidación de la autonomía de la UNAM, tampoco exento de turbulencias. La característica del periodo fue la reconstrucción del Estado o, con mayor precisión, la construcción del Estado mexicano moderno por la vía institucional. Paradójicamente, hoy, al ritmo que se desprecia esta vía, muchos de los demonios que perturbaron a don Manuel y a su generación reviven.
Quizá la lección más fuerte y pragmática sobre la relevancia del Banco Central vino en 1982. Corría el mes de abril cuando el Banco de México publicó un documento titulado “Inconveniencia del Control de Cambios”, escrito por don Miguel Mancera Aguayo, entonces Director General del Banco. El folleto examinaba la medida y advertía las consecuencias que traería para la economía mexicana. No obstante, en septiembre del mismo año, el Presidente de la República decretó el control generalizado de cambios y la nacionalización de la banca. Al tiempo, don Miguel presentó su renuncia, dando ejemplo del temple, congruencia y valentía que lo caracterizan. Tan solo unos meses después, volvió a la dirección del Banco para hacer frente a las consecuencias de las que había advertido. Iniciaba entonces otro periodo en el que el Banco sería fundamental en la reconstrucción de la economía y que culminaría con su autonomía. Don Miguel sería el arquitecto de la misma.
Yo solía pensar que la etapa moderna del Banco iniciaba ahí, con la conquista de la autonomía en 1994. Empero, escuchar a Guillermo Ortiz, Agustín Carstens y Alejandro Díaz de León me hizo repensarlo. Desde su emancipación han pasado ya varios catarros de la economía mexicana y hasta una pandemia.
Congratulaciones al Centro Cultural Manuel Gómez Morin por resguardar el legado de don Manuel, hoy más vigente que nunca; al ITAM por mantener su compromiso con la sociedad mexicana propiciando estos espacios de pensamiento crítico que desmitifican la historia e invitan a replantear el porvenir del país; y al Banco de México, por supuesto. Deseo que este brindis sea por el inicio de otro largo y brillante periodo para el Banco, de plena autonomía y congruencia, y no el fin de una era.
@JosePabloVinasM