Como había anticipado, hoy hablaré de un libro publicado recientemente. Una obra profunda, inteligente, llena de argumentos, que hace reflexionar a quien dedica tiempo a su lectura. Me refiero, como también lo adelanté hace un par de semanas, a “Crisis o Apocalipsis”, producto de la conversación que sostienen dos amigos apreciados y respetados, Javier Sicilia y Jacobo Dayán.
Antes, quiero apuntar que 1967 fue, para mí, un año significativo. El año de mi ingreso, procedente del plantel número 4 de la Escuela Nacional Preparatoria, a la Facultad de Medicina de la Universidad de la Nación. La Casa de Estudios que nos ha formado a cientos de miles y por la que hemos transitado en un siglo, millones de jóvenes.
Esa institución a la que ocho días atrás, unos cuantos violentos, enloquecidos por la irracionalidad y su dificultad para distinguir entre la luz y las tinieblas, movidos por la mano del mal, decidieron lastimarla en su patrimonio cultural. ¡Qué pena que la sinrazón tome lugar y que las autoridades gubernamentales se rindan frente a ella! ¡Qué lástima que ellas usen la Autonomía Universitaria como coartada de su incapacidad!
El año referido apareció en la lista de éxitos musicales populares la interpretación de Massiel de “Rosas en el Mar”. De su letra tomo dos versos que me sirven de entrada en esta primera entrega:
“Voy buscando la razón de tanta falsedad, / La mentira es obsesión y falsa la verdad. / ¿Qué ganarán? ¿Qué perderán? Si todo pasará. / Es más fácil encontrar rosas en el mar.
Voy pidiendo libertad y no quieren oír, / Es una necesidad para poder vivir. / La libertad, la libertad, / derecho de la humanidad. / Es más fácil encontrar rosas en el mar”.
Regreso al libro. Se trata de un magnífico diálogo, editado de forma extraordinaria por Romeo Tello, que resulta tan duro como la realidad que vivimos. Con su lectura se sufre, pero se aprende. Se puede leer, como me dijo alguien muy querido, en una sentada en tres o cuatro horas, o puede tomar varios días con pausas y reflexiones, con apuntes y búsquedas, con vueltas atrás y vamos para adelante.
Se trata de una obra con origen, con trayectoria y con destino. Es un libro para pensar y meditar. Para volver a hacerlo y regresar a razonar. Para entender a personas y a sociedades. Pero también para cuestionar liderazgos y colectividades. Para reconocer aciertos y equivocaciones. Para voltear la vista atrás y también para apuntar al porvenir. A pesar de que pudiera parecer que se trata de una obra llena de amargura, yo encontré muchas luces de esperanza, abundantes motivos para actuar, e innumerables convicciones por las que luchar.
En la nota inicial se señala que las reflexiones de los autores están marcadas por “…los inicios de una profunda crisis civilizatoria que en México se refleja en una descomposición moral, social y política que ha llenado al país de asesinatos, desapariciones, fosas clandestinas… terror, extorsiones, impunidad y caos”. El caso de nuestro país se retrata magistralmente en 33 cuartillas.
Por sus páginas desfilan los horrores cometidos por los poderosos, los de antes y los de ahora. Ahí están presentes los nazis y los justicieros, los estalinistas y los capaces de matar en nombre de un Dios, una ideología, la ambición, la codicia o el interés político y la conveniencia personal. En el listado de nuestros horrores faltó la incorporación de las víctimas de la pandemia, el extrañamiento severo y la denuncia del presidente y sus colaboradores encabezados por Hugo López Gatell. Continuaré en la siguiente entrega.
Exrector de la UNAM. @JoseNarroR