En la entrega anterior señalé varios asuntos que, en mi perspectiva, son de atención urgente y muy pronta resolución. Indiqué, y ahora lo reitero, que junto con lo sustantivo se necesita promover un ambiente y un ánimo muy diferente al que hoy tenemos. Esto solo puede ser encabezado por la presidenta Sheinbaum y a los primeros que tiene que convencer es a sus seguidores, incluido por supuesto su partido.
Estoy convencido de que los cinco elementos que identifiqué en la primera parte: unidad, inclusión, respeto, veracidad y tolerancia, son indispensables para procesar una convocatoria exitosa al trabajo de todos y para alcanzar un resultado que permita, en el corto plazo, iniciar la recuperación de la vida colectiva y de comunidad, además de resolver varios de los problemas que aquejan a nuestro país, al tiempo que se posibilite iniciar el camino para atender los rezagos graves y seculares que como fantasmas han recorrido historia y territorio del país.
México requiere que, en lugar de la reforma judicial en curso que solo traerá problemas, retrocesos y nuevos espacios para el crimen organizado, elaboremos siete urgentes e indispensables: la de educación, la de salud, la de desarrollo humano y seguridad social, la política y electoral, la de justicia y seguridad pública, la del federalismo y la de la ética republicana. Nos urge tener un México Nuevo.
La designación de algunos colaboradores destacados de la presidenta en áreas claves como en las ciencias, las humanidades y el desarrollo tecnológico; la salud; la agricultura; la política exterior; el medio ambiente; el sector energético; la economía, o la seguridad, animan las posibilidades de alcanzar las metas que se requieren. A México le urge que tengan una gestión exitosa, que se cumplan las expectativas generadas y, por supuesto, que no le fallen al país.
Necesitamos con urgencia una oposición distinta. Una que sea firme, leal y dispuesta a tomar acuerdos. Una que abandone las viejas prácticas corruptas y de búsqueda del beneficio personal y las cambie por las de formar ciudadanía, representar causas y tener propuestas de provecho nacional. Una que recupere la decencia de los políticos y fomente la dignidad de las personas y en consecuencia que cambie de rostros y de nombres. Una oposición real representativa de los nuevos tiempos.
Muchos asuntos de planeación del cambio, de organización de los procesos, de convocatoria a la participación de instituciones, sectores y organizaciones, de definición de propuestas, indicadores y mecanismos de seguimiento y evaluación, solo se podrán tener con buenas posibilidades de éxito, si se consigue la participación decidida de nuestra sociedad. Para ello se requiere organizar una Comisión de Estado para el Desarrollo Social, Económico y Político de México que sea propuesta por la titular del Ejecutivo Federal y aprobada por el Congreso.
Al país le urge superar los desencuentros políticos y el mal ánimo social. Requerimos explorar nuevas rutas para el progreso nacional y la resolución de los problemas de siempre. Para ello tenemos que atrevernos a pensar y actuar de manera distinta. Debemos convocar a jóvenes y grupos frecuentemente excluidos y también contar con imaginación, conocimiento y experiencia.
De especial importancia en un proceso de esta naturaleza y relevancia es ganar de nueva cuenta la esperanza en nuestra sociedad. Hacerlo, con la comprensión de que la esperanza a la que me refiero es distinta a la ilusión y el optimismo y que, en palabras de Byung Chul Han, se refiere no tanto a “la convicción de que algo saldrá bien, sino (a) la certeza de que algo tiene sentido…”.
Exrector de la UNAM. @JoseNarroR