La salud personal, familiar y de la población es uno de los elementos fundamentales en la vida. La salud no es todo, pero cuando falta, todo se dificulta. El lunes pasado Mexicolectivo presentó la propuesta de “Una nueva Visión de País”. Se trata del trabajo de muchos meses, realizado por casi 300 conocedores y que contó con la participación de miles de personas que se han acercado y opinado en la plataforma y en las numerosas acciones presenciales realizadas por el colectivo.
El documento está organizado en seis ejes: calidad de vida; diversidad e inclusión; prosperidad; medio ambiente, energía y sostenibilidad; paz y Estado de Derecho; y México global. A su vez, el capítulo de calidad de vida incluye seis temas: educación, de la que escribí en la ocasión anterior; combate a la pobreza, a la que me referiré en la próxima entrega; ciencia, tecnología e innovación; cultura; deporte y recreación, y por supuesto salud, que fue elaborado por Julio Frenk, Octavio Gómez Dantés y Salomón Chertorivski.
El ensayo parte del análisis de la situación que guarda el sistema de salud de nuestro país, que los autores, correctamente, califican como un sistema en estado crítico, debido a dos grupos de explicaciones. Por un lado, las pésimas decisiones tomadas por el gobierno federal, con la complicidad y complacencia del Congreso Federal y del Constituyente Permanente, y por la otra, debido al desastroso manejo de la pandemia de Covid-19. Hay responsables y el tiempo los identificará.
Las consecuencias de la sustitución improvisada del Seguro Popular por el Instituto de Salud para el Bienestar y recientemente su desaparición y el encargo de otorgar los servicios al programa rural del IMSS Bienestar, con la centralización consecuente de las tareas y las decisiones, todavía no se pueden cuantificar, pero han costado, y seguirán costando, innumerables vidas que se hubieran podido evitar.
A esto hay que agregar, entre muchos otros, los recortes presupuestales; la cancelación de la compra consolidada de medicamentos e insumos que generó un desabasto como no se había vivido en décadas; la disminución de las coberturas de vacunación; la poda de derechos adquiridos; los desarreglos de la Cofepris, y por supuesto el atroz manejo de la pandemia. Los resultados han sido más de 800 mil muertes en exceso y cuatro años de esperanza de vida perdidos, indicador que regresó a los niveles de 1991.
En el documento se identifican siete retos y se plantea que, para alcanzar un servicio nacional de salud, “verdaderamente universal que contribuya a aliviar las enormes desigualdades sociales, que responda de forma efectiva a la creciente prevalencia de enfermedades crónicas y que esté a tono con los retos de un mundo cada vez más globalizado”, resulta indispensable plantear una nueva generación de reformas que resuelva los desatinos cometidos en este gobierno y que emprenda una nueva etapa en la mejoría de la salud de nuestra población.
Para conseguirlo, se proponen más de 60 acciones específicas y una estrategia central: la organización de una Comisión Especial para la Reforma del Sistema de Salud, cuyo objetivo sería diseñar lo que llamo el Servicio Nacional de Salud que garantice la universalidad de los servicios con calidad y la protección financiera de nuestra población. Los autores plantean que, en el plazo de un año, la Comisión entregue tres productos: un paquete de iniciativas de reformas legales; una estrategia política y de comunicación social, y un plan de instrumentación financiera e institucional. El desastre demanda respuestas certeras y la propuesta las contiene.
Exrector de la UNAM. @JoseNarroR