En México, durante los últimos años, hemos sido testigos del grado que tenemos de desapego al Estado de Derecho y la tolerancia a la corrupción y la impunidad. Hemos visto el persistente deterioro del régimen republicano, incluida la anulación de la separación de Poderes y la desaparición de instituciones; la degradación del Poder Judicial con acordeones, vestimenta inapropiada, bastones de mando e invocaciones a los dioses de nuestros pueblos originarios, y, por supuesto, numerosos casos de corrupción e impunidad.

Alguien podrá decir que los dos últimos asuntos no son una novedad y se tendría que aceptar. Se trata, por desgracia, de conductas humanas muy arraigadas en México y otros países. Sin embargo, también se debe aceptar que lo que hemos escuchado y visto es superior en desvergüenza y cinismo a lo antes observado. El asunto no termina con el bochorno, pues daña profundamente a México y su sociedad.

Pero el caso es que todavía podemos empeorar si no hacemos algo de fondo y pronto. Poco menos de un año atrás se presentaron los resultados del Índice Global de Estado de Derecho 2024 (WJP). A México no le fue bien en las mediciones, tal como sucede en otros índices: el de Desarrollo Humano, el de Gini o los Globales de Competitividad o Innovación, por mencionar algunos.

El WJP se construye a partir de 44 indicadores que evalúan ocho campos: los límites al poder gubernamental; la ausencia de corrupción; el nivel de gobierno abierto; el respeto a los derechos fundamentales; las condiciones de orden y seguridad; el cumplimiento regulatorio, y las condiciones de la justicia civil y la penal.

El resultado mostrado por WJP nos ubica en el sitio 118 de 142 países. Esto equivale a obtener 1.7 puntos en una escala de cero a diez. Solo 24 naciones tuvieron un peor resultado. Todavía más lamentable es que en nuestra región, América Latina y el Caribe, entre 32 países ocupamos el sitio 28, solo un poco mejor, no mucho, respecto de Bolivia, Nicaragua, Haití y Venezuela, que se ubicó en el último sitio.

Otro problema es que vamos de mal en peor. En 2015, entre 102 países teníamos el sitio 69 y nuestra posición equivalía a una calificación del doble de la de 2024. Estábamos adelante de 33 países y superábamos a Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Bolivia y Venezuela. Como en muchas áreas, estábamos mal, pero ahora estamos peor. De los 44 indicadores, únicamente en dos tuvimos una calificación superior a seis.

Solo en el campo de gobierno abierto México obtuvo un buen resultado que lo ubicó en el sitio 47 de 142. Al convertir esta nota en calificación equivale a 6.7. Por desgracia, la lucha “exitosa” de López Obrador por acabar con la transparencia y la rendición de cuentas, tendrá un impacto negativo en un espacio en el que habíamos avanzado. Las calificaciones de los ocho campos, en el orden en el que se mencionaron antes son: 2.6, 0.5, 6.7, 3.3, 0.6, 2.5, 0.8 y 0.6.

La peor puntuación se registró en el campo de ausencia de corrupción donde ocupamos el sitio 135 entre 142 países. De los ocho con peor puntaje, México, Bolivia, Haití y Venezuela pertenecemos a la región. Por incómodo que resulte debemos reconocer que hay 28 países de América Latina y el Caribe que nos superan. Por supuesto, ¡qué bueno por ellos! Por desgracia, ¡qué mal por nosotros! Cómo olvidar que López Obrador decretó el fin de la corrupción y levantó “pañuelito blanco”. Pensó que sus mentiras durarían para siempre. ¡Qué torpeza, qué desfachatez! Terminaré dentro de dos semanas.

Exrector de la UNAM. @JoseNarroR

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