Estas son fechas propicias para la reflexión, la introspección y el compromiso de mejorar. Por ello, aprovecho para agradecer a Juan Francisco Ealy Ortiz y colaboradores el espacio que generosamente me han permitido utilizar desde hace ya casi tres años para, con absoluta libertad, expresar opiniones sobre temas que me han parecido de interés. A ellos, a nuestro diario y a quienes lo hacen posible, mis mejores deseos.

Quisiera que, para los estimados lectores de EL UNIVERSAL, 2025 sea un año pleno de salud, realizaciones, armonía y paz interior y que esto los alcance a ellos y a todos sus seres queridos. Por supuesto que también es una oportunidad para expresar algunos deseos para nuestro país que es, como escribí en mi primera entrega, una nación grande y con grandeza que está inmersa en un mundo convulso, polarizado, contradictorio y al mismo tiempo, maravilloso, lleno de posibilidades y oportunidades.

Lo primero que quisiera para México es que terminen nuestras divisiones irracionales. Tenemos que aprender a vivir nuevamente en la pluralidad y la tolerancia. Aceptar que la unidad se construye desde la diversidad y las discrepancias. Para ello, las autoridades deben convocar al trabajo conjunto, regresar al manejo de la verdad, terminar con la búsqueda del control absoluto, cancelar la reforma (per)judicial y terminar con los dogmas y la impunidad del gobierno anterior. Los partidos políticos, todos, deben cambiar y entender que enfrentan su última oportunidad.

Por supuesto que deseo que se atiendan nuestros rezagos, algunos de siempre y muchos agudizados en los últimos años. Debemos iniciar el camino a la justicia social y la vida digna, con la desaparición de la pobreza extrema, la lucha contra la desigualdad pasmosa que nos caracteriza y conseguir que los numerosos derechos consagrados en la Constitución dejen de ser una aspiración y se cumplan en la realidad.

Mis deseos no terminan en las estructuras públicas y políticas, también alcanzan a otros sectores y al conjunto de la sociedad. Anhelo que en el sector privado se desarrolle una mayor solidaridad y compromiso con el país. Hay espacio para conseguirlo y muchas causas que esperan un acto responsable de ética y humanidad. No se trata de que pierdan lo alcanzado, solo que abracen pendientes colectivos y que contribuyan a mejorar el ingreso de los trabajadores, generar empleo con seguridad social y regularizar en sus prestaciones a quienes no las tienen en la actualidad.

Por otro lado, esperaría que este sea el año en el que inicie una verdadera revolución ciudadana y que, en palabras de Byung-Chul Han, abandonemos el comportamiento como “un rebaño del consumo”, y tengamos una vida trascendente. Una vida en la que importe lo colectivo y exista conciencia de la importancia de la participación, la superación y la conveniencia de contar con la formación requerida.

Deseo, por el bien de nuestro país, que durante el año que inicia surjan más voces que orienten con madurez y objetividad, que generen argumentos y propuestas y que, idealmente, se transformen en hechos concretos que signifiquen aportes a la solución de los problemas de México. Este sería un mecanismo para formar ciudadanía.

Por último, deseo que, en particular, la nueva secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación del Gobierno Federal tenga éxito. México se rezagó en la construcción de la sociedad y la economía del conocimiento. Por eso muchos países que hace 20 o 30 años tenían economías más débiles que la nuestra hoy nos han superado y tienen índices de desarrollo y condiciones de vida superiores a las nuestras. ¡Feliz 2025!

Exrector de la UNAM. @JoseNarroR

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