“Un día lamentable”, describió el sociólogo y politólogo brasileño Rodrigo Prando, profesor e investigador de la (no estatal) Universidad Presbiteriana Mackenzie, de Brasil. “¡Qué país este!”, advirtió el politólogo brasileño Thiago Rodrigues, profesor de Relaciones Internacionales de la (estatal) Universidad Federal Fluminense en el Instituto de Estudios Estratégicos, de Brasil.
“La democracia brasileña está experimentando su prueba más seria desde la redemocratización del país en 1985”, adujo el periodista brasileño Edson Sardinha, editor en jefe de Congresso em Foco, medio digital de comunicación y análisis político de Brasilia.
Los tres interpretaron para EL UNIVERSAL los sucesos políticos que estremecieron ayer a Brasil. Turbas del expresidente brasileño, el ultraderechista y capitán en retiro Jair Bolsonaro, tomaron los predios de los máximos poderes de ese país: el Congreso Nacional (Legislativo), el Supremo Tribunal Federal (Judicial) y el Palacio de Planalto (Ejecutivo o Presidencia).
Los hechos ocurrieron al cumplirse ocho días de que el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva asumió la Presidencia de ese país y reemplazó a Bolsonaro. Vencido en dos rondas electorales de octubre de 2022, Bolsonaro viajó el 30 de diciembre de Brasil a Estados Unidos y desistió de acudir al traspaso de mando a Lula, cuyo tercer cuatrienio (gobernó de 2003 a 2010) se prevé cargado de tormentas políticas por presión de la derecha.
“Fue extremadamente grave. Un ataque a las instituciones y a la democracia. En el corto plazo, el gobierno, las instituciones y la propia sociedad brasileña deben poner en primer plano las leyes que deben recaer sobre los invasores y depredadores” del Congreso, el Tribunal y el Palacio, planteó Prando. “A largo plazo, necesitamos invertir en pedagogía y educación para la democracia. Las instituciones republicanas y democráticas deben ser valoradas y respetadas, y la extrema derecha ser confrontada con todo el aparato estatal para que no se repitan estos actos de violencia”, pidió.
Al recalcar que “Brasil y otros países sufren de discursos de odio y acciones de extrema derecha. Esto debe ser enfrentado por las fuerzas, instituciones y leyes democráticas”, y destacó que “atacar la democracia no es mera libertad de expresión y esto quedará claro después de los episodios” de ayer.
“El retorno de la normalidad institucional requerirá esfuerzos de los poderes [Ejecutivo, Legislativo y Judicial] y de la sociedad brasileña. Desafortunadamente tenemos una cultura política autoritaria que a menudo valora la violencia. Esto lleva tiempo para cambiar y requerirá una profunda reflexión de los brasileños”, aseguró.
Al recordar que Brasil vivió en dictadura militar de 1964 a 1985, Sardinha mencionó que “el castigo de mentores, financistas y participantes de estos actos [de ayer] será una parte clave de la democracia brasileña”.
“Habrá ahora el escenario necesario para que el Senado federal abra una investigación contra el ‘bolsonarismo’. Sería una inmensa investigación”, indicó, por su parte, Rodrigues.
Bolsonaro y sus socios buscan “socavar los principios democráticos y difundir alegaciones infundadas de fraude electoral”, puntualizó en un mensaje que envió a este diario, la abogada venezolana Tamara Taraciuk, directora interina para las Américas de Human Rights Watch (HRW), grupo no estatal global de Washington de derechos humanos. Los culpables del “gravísimo ataque” a la democracia de Brasil “deben responder” en la justicia, exigió.