El pasado 15 de agosto la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, se entrevistaron. Dicho encuentro pone de manifiesto el interés que en este momento existe en ambos países por mantener acuerdos de carácter binacional. Este hecho, sin duda, recuerda el pasaje de mediados de 1946, cuando el entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho, y el entonces presidente de Guatemala, Juan José Arévalo Bermejo, padre de Bernardo Arévalo, rompieron el protocolo y se tomaron una cerveza en Malacatán, territorio guatemalteco, próximo geográficamente a México.

El pasaje conocido como la “Cerveza de Malacatán” selló la proximidad que se dio entre México y Guatemala, una vez que Juan José Arévalo asumió la jefatura de Estado en Guatemala, el 15 de marzo de 1945. Ganó las elecciones democráticas unos meses antes, después de la dictadura de Jorge Ubico de 1931 a 1944. Como todos sabemos la conocida “Primavera Guatemalteca, 1944-1954” terminó con el golpe de Estado a Jacobo Árbenz Guzmán, el fatídico 27 de junio de 1954. Ante ese hecho, en México los sectores más progresistas salieron a las calles para denunciar la traición al proyecto reformista que se implementaba en el país centroamericano desde 1945. Entre ellos, el general Lázaro Cárdenas, Diego Rivera y Frida Kahlo se solidarizaron abiertamente con la Guatemala progresista.

Ante ese acontecimiento histórico y el repentino anuncio de la reunión de Sheinbaum con Bernardo Arévalo, mi colega experta en integración latinoamericana nos recuerda que México y Guatemala comparten una frontera intensa y que ahora más que nunca se necesitan acuerdos y convenios estratégicos de cara a las políticas de Donald Trump y a las nuevas condiciones que experimenta la región. Se debe recordar que están en juego otros proyectos progresistas ante la proximidad de otros procesos electorales como la segunda vuelta electoral en Bolivia y los que están por celebrarse en Chile y Honduras, con las que cierran las jornadas electorales latinoamericanas en 2025.

Precisamente sobre temas que atañen a nuestra frontera sur se recomienda la consulta del libro Espacios diversos, historia en común. México, Guatemala y Belice: la construcción de una frontera, de Ángel Castillo, Mónica Toussaint y Mario Vázquez, publicado por el Acervo Histórico Diplomático de la cancillería mexicana en 2006.

Bernardo Arévalo, desde su sorpresivo triunfo electoral en agosto del 2023, y como principal figura del movimiento Semilla, que lo llevó a la presidencia de Guatemala, visitó México inmediatamente. Su triunfo fue saludado por el entonces presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Además, Arévalo asistió a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum el pasado 1 de octubre. La implementación de un proyecto progresista en nuestro inmediato vecino del sur es interesante. Los acuerdos de México y Guatemala son de importancia estratégica en la frontera sur que se comparte también con Belice. Es decir, se repite una constante histórica. Como su padre, Juan José Arévalo, quien visitó México muchas veces y en diversas ocasiones, además de vecindad y proximidad geográfica, los contactos fueron de alto calado, intelectual y político.

En menos de un año de gobierno la presidenta Sheinbaum visitó Brasil, Honduras y Guatemala, lo que debiera leerse como un mensaje de integración y concordia en la política de México hacia América Latina y el Caribe. Los saludos de la jefa del estado mexicano y el jefe del ejecutivo guatemalteco, sin duda, son una buena señal del interés por generar consensos y acuerdos en beneficio de la siempre intensa frontera sur.

Investigador CIALC, UNAM

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