El pasado domingo 26 de enero se dieron a conocer las fuertes afirmaciones que le dirigió Gustavo Petro, presidente de Colombia a Donald Trump, a poco menos de una semana de haber asumido por segunda ocasión la presidencia de Estados Unidos. Las declaraciones de Petro llaman poderosamente la atención, porque quizá sea la primera vez en el siglo XXI en que un presidente colombiano se expresa en redes sociales de manera tan abierta y determinante ante una resolución inhumanitaria estadounidense. Misma que atenta contra la dignidad del pueblo colombiano y universal. Como lo reflexioné, con mí gran amiga y colega experta en temas regionales, de que se trata de un dirigente de corte progresista en un país que a lo largo de su historia tuvo gobiernos pronorteamericanos, ya sean por la vía democrática o por intervención militar, como lo fueron los casos de Gustavo Rojas Pinilla en la década de 1950 y el que encabezó efímeramente Laureano Gómez entre 1949 y 1950.
Cabe recordar que, en el contexto interamericano en el siglo XX, Colombia ofreció la estampa de tres políticos claves para estudiar el liberalismo reformista: Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos Montejo (abuelo de Eduardo Santos, expresidente) y quien más se identifica con la izquierda latinoamericana; sin olvidar a Jorge Eliecer Gaytán, asesinado en la coyuntura de la creación de la OEA en abril de 1948 en Bogotá. En cuanto a la relación entre México y Colombia, hay registro de la muy buena sinergia que aconteció entre el primer gobierno de López Pumarejo (1934-1938) con el de Lázaro Cárdenas (1934-1940). Misma simpatía se generó entre Andrés Manuel López Obrador y Gustavo Petro, como mandatarios contemporáneos, y ahora con la Presidenta, Claudia Sheinbaum, progresista y con el claro objetivo de llevar el sello de una política humanista mexicana.
Petro no aceptó los vuelos que provenían de Estados Unidos con un grupo de migrantes colombianos, debido a las condiciones denigrantes en que viajaban (esposados de manos y pies), lo que viola cualquier principio básico de los derechos humanos: la dignidad de las personas. Además, el líder colombiano, con atención al presidente de Estados Unidos, exaltó la unión de los pueblos latinoamericanos y hasta en su cuenta de X publicó una canción de los Tigres del Norte, que hace gala de la integración latinoamericana frente al país del norte de México. Poco después se supo que Honduras, quien lleva la Presidencia pro tempore (PPT) de la CELAC, convocó a una reunión urgente, lo cual ahora sabemos trataba sobre el tema migratorio colombiano, principalmente, pero al no haber consenso entre los países miembros, debido a que algunos “[…] han privilegiado otros principios e intereses diferentes a los de la unidad de la región latinoamericana y caribeña como Comunidad”, se suspendió. La presidenta Xiomara Castro declaró en su calidad de PPT, que seguirá trabajando en favor de los intereses del continente. Sobre el mismo tema migratorio, en enero la Presidenta de México afirmó, que los Estados Unidos “no sería lo que es” sin la migración. En lo particular agregó “[…] Que se oiga bien y que se oiga fuerte: las y los mexicanos allá sostienen la economía de los Estados Unidos, en el campo, en los servicios, en todos lados […]”
La cumbre de CELAC se canceló, pero cuando menos la intención de una urgente convocatoria es sólo una muestra de la necesidad de construir un sólido diálogo y unión en contra de las medidas que violan las soberanías y libre determinación de las naciones frente a la política exterior de Trump. Por lo que se requerirán, ahora más que nunca, encontrar mecanismos integracionistas activos y consensuados, más no reactivos. La política mexicana respecto a América Latina reconoce intensos diálogos con los gobiernos de Lula en Brasil; Petro en Colombia; Arce en Bolivia; Castro en Honduras; Arévalo en Guatemala y Orsi en Uruguay. Este 2025 será clave, pues es un año en que se jugarán elecciones presidenciales en Ecuador, Honduras, Bolivia y Chile.
Investigador del CIALC-UNAM