Consta en los archivos de EL UNIVERSAL que la que fuera llamada “gripe española”, o “peste roja”, no impidió la exhibición en cines de octubre a diciembre de 1918: se estrenaron en total 52 películas.
Este 2020 las salas cerraron entre marzo y agosto.
Reabrieron con responsables medidas de seguridad. Sin taquilla.
Nada extraño.
Los grandes estudios mandaron casi todo a 2021; los distribuidores decidieron no tener pérdidas.
En dos partes se divide 2020. Antes y después de la pandemia.
Lo mejor antes. De los Oscar: la que arrasó, Parásitos; la sutil obra maestra de Sam Mendes, 1917; y El escándalo, cuyo tema de acoso no fue panfletario.
Del cine de arte: El faro, desconcertante e hipnótica; El joven Ahmed, retrato de cómo se inculca el fanatismo. Del cine de género: El hombre invisible convirtió el horror tradicional en actual y realista.
Lo peor. Ángeles de Charlie, inmensos sus defectos, nulas sus virtudes.
El director Guy Ritchie: con Los caballeros confirmó su caída libre al basurero estético.
Lo mejor después. De las superproducciones hollywoodenses, Tenet ratifica a Christopher Nolan como el mejor de su generación y quien, ante la próxima pérdida de pantallas, tal vez sepulte un tipo de espectáculo intrincado que no se haría en años por caro.
Del cine de género:
Sputnik: extraño pasajero, demostró que una industria menor, como es la rusa, con poca lana logra buenos resultados.
Del cine de arte: la rumana La Gomera, la polaca Supernova, y El juicio de los 7 de Chicago.
La decepción. Estación Zombie 2: Península, mala idea vuelta chafa espectáculo de persecución y destrucción.
El cine mexicano acaso sufra lenta agonía al perder recursos.
Qué mal depender del erario.
Nomás hubo un filme notable en busca de gran público: Ya no estoy aquí. Lo peor: la ridícula Rebelión de los Godínez; la anti película por pésimamente realizada, El baile de los 41.
La película sobrevalorada: Nuevo orden, un churro pretencioso. La aburridísima: Danyka. Qué año para olvidar.