Derivado de "Venom", a su vez derivado de "Spider-Man", "Morbius" (2022), séptimo filme del sueco Daniel Espinosa —cómodo en Hollywood tras promisoria etapa inicial en su país natal—, le da sólida base a la mitología del personaje, hasta hoy secundario en el Universo Marvel.

El doctor Michael Morbius (Jared Leto), bioquímico con rara enfermedad sanguínea, se aplica un tratamiento radical, afectando su vida y relaciones con Martine (Adria Arjona), Emil (Jared Harris) y Loxias (Matt Smith).

Creado en 1971 por Roy Thomas & Gil Kane, por el estado físico en que se encuentra, Morbius es ambivalente en su humanidad. Ante su enfermedad y probable cura, provoca un torbellino de emociones, que van de la empatía al miedo. El guión de Matt Sazama y Burk Sharpless destaca esto, alejándose del estereotipo dominante en el cómic fílmico.

Espinosa aprovecha esta historia de origen para rehabilitar una preocupación actual, vista en su previo "Life: vida inteligente" (2017): cómo un microorganismo altera la esencia humana.

La virtud del filme está en la laberíntica relación de Morbius con la sangre, que le resulta tanto una medicina como una maldición, asunto parecido al primer guión de Sazama, "Drácula, la historia jamás contada" (2014).

Se agradece a Espinosa no presentar otro apocalipsis sino el sencillo y escalofriante drama de Morbius: qué sucede cuando el cuerpo no responde. O peor aún, cuando actúa por su cuenta y riesgo.

"Morbius" despierta simpatía por su humor fuera de lugar antes que por estar al borde del mal absoluto. Su angustia vital no es la de un villano sobrehumano; es más trágico que heroico, más frágil que peligroso. Imponiendo un estilo a contrapelo del complaciente “sólo para fans”, este debut del personaje no rompe esquemas del cine-cómic, pero es una sugestiva alternativa.

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