Ante la tercera ola de contagios de Covid 19, resulta pertinente preguntarnos hasta qué punto se podrá sostener la recuperación económica. Según las últimas estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Banco Mundial, la economía mexicana alcanzaría una tasa de crecimiento entre 5.8 y 6.3 por ciento durante el presente año, mientras que en América Latina se alcanzaría un crecimiento promedio de 5.2 por ciento.
Los factores que explican esta recuperación son: la reactivación de la demanda externa, principalmente de China y los Estados Unidos, la recuperación del mercado interno y la persistencia de programas sociales para enfrentar el impacto de la emergencia sanitaria sobre los sectores más desfavorecidos.
Otro factor fundamental para sostener la reactivación es el avance en el proceso de vacunación, que en México asciende al 17.5% de la población con esquema completo y 43% al menos con una dosis. Esta cifra se encuentra por encima del promedio regional, que es de 13.6%.
Antes de los efectos económicos y sociales del Covid 19, las economías de América Latina registraban un casi nulo crecimiento y una serie de problemas estructurales, que se vieron agravados a raíz de la pandemia, como la escasa generación de empleo formal, la desigualdad, la pobreza, la falta de inversión, la baja capacidad fiscal, entre otros.
Por ejemplo, en el caso de la pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), la crisis sanitaria incrementó entre 8.9 y 9.8 millones de personas el número de mexicanos con un ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos. En un escenario pesimista se calcula que el 56.7% de la población es pobre por ingresos, mientras que los pobres extremos por ingreso representarían el 25.3% de la población.
Otro problema es la concentración del ingreso. La creciente desigualdad atenta contra la cohesión social y genera violencia. En México, la Encuesta Ingreso Gasto de los Hogares 2020 arroja el
siguiente resultado: el ingreso corriente trimestral por hogar del decil X (163,282 pesos) representó 16.4 veces el ingreso del decil I (9,938 pesos), mientras que en 2018 la diferencia fue de 18.3 veces. Lamentablemente en ese mismo periodo, el ingreso corriente por hogar y en particular, el ingreso por trabajo, disminuyeron en 5.8 y 10.7%, respectivamente.
La capacidad de revertir los agravados problemas estructurales dependerá de la posibilidad de aplicar estímulos fiscales en la economía.
Ante el fracaso de los modelos de libre mercado y los efectos de la crisis económica y sanitaria, los países en desarrollo tienen la oportunidad de transformar la operación de sus economías, priorizando la expansión de los mercados internos y restaurando la política industrial. Un factor crucial para lograr estos fines será la capacidad de incrementar la inversión pública en infraestructura. En México ésta apenas significó el 3.0% del PIB en 2020.
El problema es que contamos con un espacio fiscal limitado. Las altas finanzas les exigen a los gobiernos finanzas públicas equilibradas y recortes del gasto público, para garantizar la rentabilidad de los activos financieros. La alternativa se encuentra en el impulso a una reforma fiscal progresiva y el manejo de una deuda pública interna que impulse a la esfera productiva.
Profesor de la ENES León de la UNAM e Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, CACEPS, caceps@gmail.com