Páramo planetario. Secundado por Jamie Damon, presidente de la banca legendaria JP Morgan, un próspero administrador de fondos de cobertura, Bill Ackman, partidario de última hora de Trump en la elección de noviembre, resumió los efectos devastadores de la bomba arancelaria en los términos más dramáticos hasta ahora utilizados. Al planeta le espera un “invierno nuclear económico”. La imagen conduce a vislumbrar a nuestro país en ese páramo planetario, agravado por otro invierno: crudo, seco, prolongado, que congela el ejercicio de las libertades y los derechos propios de una república democrática. Recogida por Jamie FitzGerald de BBC News de Londres, la predicción de Ackman resulta apocalíptica. Porque alude al enfriamiento global que seguiría a una guerra nuclear, debido al humo estratosférico, que ocasionaría en el planeta un colapso de la agricultura, con sus consecuentes hambrunas, que alcanzarían a toda la humanidad. La imagen del ‘invierno nuclear’ aplicada a la economía global anuncia un enfriamiento de la actividad económica originado, en efecto, en la guerra arancelaria total, ahora prefigurada en el enfrentamiento de China y Estados Unidos. Sus humaredas, siguiendo la metáfora de Ackman, podrían extinguir capacidades financieras, productivas, de generación de empleos, de comercio y de consumo en vastas regiones del mundo.
Regreso al futuro. En la década de 1960, en el pico de una guerra fría a punto de devenir guerra nuclear, predicciones científicas como ésta fueron seguidas por grandes movilizaciones pacifistas, con epicentro en los propios Estados Unidos y otras naciones de Occidente. Surgió entonces una poderosa cultura juvenil transgresora de normas, costumbres e instituciones, producto, en aparte, del sentimiento de que podría no haber un mañana. En paralelo a las voces de autoridad científica y moral contra el peligro nuclear, aparecieron liderazgos que fueron alejando el riesgo a través de acuerdos de proscripción de estas armas de destrucción masiva. También se lograron entendimientos de convivencia pacífica en las zonas de mayor tensión entre las superpotencias: Vietnam, Cuba, Medio Oriente. Todo lo contrario al desenfreno incendiario y las locuras de Trump, como las llama el premio Nobel Paul Krugman. Y lo contrario también de las criminales, impunes ambiciones territoriales de Putin, compartidas por su aliado estadunidense. Hay aquí un atisbo de ‘regreso al futuro’ con las movilizaciones de hoy contra la ‘Trump-conomics’ en los 50 estados de la Unión Americana y con voces críticas de peso tan disímbolas como las de economistas de renombre, de jóvenes y jubilados, de líderes sociales y de los más encumbrados banqueros de Wall Street, junto a los oligarcas de Silicon Valley.
EU revienta las reglas afuera; México, adentro. Al igual que un invierno nuclear, en su sentido original, aniquilaría la vida incluso de los sobrevivientes de los bombardeos, la catástrofe económica avizorada tras la bomba arancelaria terminará impactando la vida incluso de quienes se perciben distantes del colapso del comercio mundial o ajenos al derrumbe de los mercados bursátiles. El origen del caos radica, sin duda, en la conducta de un presidente de Estados Unidos que revienta las reglas y los acuerdos de su país con el resto del mundo —como dictador universal— con graves estragos autoinducidos en su propio país. Mientras aquí, el régimen creado por AMLO, profundizado por su sucesora, se encamina a reventar las últimas reglas de una convivencia nacional civilizada con cotidianos, vergonzosos, grotescos episodios para consumar la captura del Poder Judicial.
Invernalia. Como en la célebre serie vamos de Invernalia a un largo invierno nuclear, en este Juego de tronos que, con la destrucción de las economías, destruye las democracias.
Académico de la UNAM.
@JoseCarreno