Gobierno disfuncional. No deberían apartarnos de lo esencial los vaivenes de Trump, cabeza de un gobierno disfuncional, como lo calificó The Daily Beast, un sitio electrónico de noticias con decenas de millones de seguidores.
Doctrina Trump. Un día aparece Trump involucrado como parte beligerante (ilegal) en una guerra lejana. Otro, como juez entre los frentes de batalla. Y, al día siguiente, como inverosímil constructor y heraldo de la paz, a propósito de la tregua entre Israel e Irán. Pero ese rol de promotor de una paz nacida de su incursión militar, definitoria, en la guerra, no es ejemplo de solución pacífica de controversias: un postulado fundamental del derecho y la política internacional. Su autoimagen de hoy como heraldo de la paz no se compadece con su anterior autoimagen de guerrero vencedor en una victoria bélica lograda por sus potentes bombardeos al país que identificó como ‘el enemigo’. Más bien, el de Trump sería el modelo para el regreso a tiempos anteriores a la fundación de la Naciones Unidas. Sería la ‘doctrina Trump’ para la solución violenta de los conflictos.
La fuerza contra el débil; Dodgers contra razias. Como lo observamos el miércoles pasado y lo han sugerido esta semana varios colegas, esta ‘doctrina Trump’ es un aviso teledirigido a países como México, ubicados en las zonas de mayor influencia e interés de Estados Unidos. Contra estos países, toda diferencia, toda controversia, todo conflicto, será susceptible de ser ‘resuelto’ por la fuerza contra el débil. En su país ya lo hace Trump con los migrantes —nuestros connacionales— con métodos de violencia de los aparatos del Estado que recuerdan la estigmatización, la persecución y el trato de enemigos a los judíos por los nazis. Despiadadas razias en casas, calles, plazas, negocios y parques estremecen a Estados Unidos. Y entre las organizaciones civiles, líderes de colonias, académicos y periodistas que ofrecen resistencia a la histeria antinmigrante, bien por un equipo de béisbol, los Dodgers de Los Ángeles, que impidió la semana pasada una razia en el estacionamiento de su estadio e instituyó un fondo de un millón de dólares para la defensa legal de los perseguidos.
Ensayo narrativo: invasión, sí; no contra México: contra sus cárteles. Pero también están los amagos y las presiones de Trump para traer sus fuerzas militares a territorio mexicano a fin de combatir aquí a los cárteles de la droga, que Washington considera aliados o protegidos del gobierno, desde López Obrador. Y para una decisión así, ya existe una narrativa, ensayada precisamente en el país de los ayatolas. En una de sus numerosas maromas retóricas, Trump llegó a explicar sus bombardeos a territorio iraní diciendo que la guerra no era contra Irán sino contra su proyecto nuclear: una fórmula narrativa fácilmente adaptable a eventuales incursiones militares a nuestro territorio. Las operaciones abiertas o encubiertas para atrapar actores o cómplices del narco en el poder, explicaría Trump, no serían contra México, sino contra sus cárteles empoderados por el régimen y con el control, sostienen en Washington, de una tercera parte del territorio nacional.
Debilidad externa con despotismo interno. Ante esta ‘doctrina’, la debilidad mexicana no se agota en la asimetría histórica del país frente a Estados Unidos. Ni sólo en los riesgos de la imprevisibilidad vecina de un gobierno disfuncional. A ello hay que agregar las vulnerabilidades añadidas por el régimen de AMLO, embarnecidas en los casi 9 meses de la presidenta Sheinbaum. Entre otras, una bien trabajada percepción mundial de un régimen confundido con el crimen, sin estado de derecho, bajo un mando despótico sobre un país al que además ha convertido —la lacra más reciente— en uno de los mayores mercados negros de energéticos del mundo.
Académico de la UNAM. @JoseCarreno