Línea dura de Casa Blanca contra Palacio y de Palacio contra la democracia. Línea dura, externa e interna. México, bajo dos despotismos, uno de la Casa Blanca, otro de Palacio Nacional. Las nominaciones del equipo de Trump apuntan contra nuestros migrantes y a zonas oscuras del régimen mexicano. En paralelo, en México marcha el nuevo ataque de la fusión anticonstitucional, en una sola persona, de los poderes Ejecutivo y Legislativo para proceder contra más libertades y derechos, con la eliminación de siete órganos constitucionales autónomos, reguladores y garantes de esos derechos.
Declaración de guerra contra migrantes y tropas contra cárteles mexicanos. El mensaje de los nominados por Trump para su primera línea de ataque constituye una declaración de guerra contra nuestros migrantes. Y una exhumación de la propuesta de enviar tropas para combatir aquí a los cárteles, considerados impunes por sus supuestas alianzas con el régimen mexicano, particularmente con López Obrador. Para Seguridad Nacional, Michael Waltz, para quien hay 1.5 millones de indocumentados ya con órdenes de deportación, y tenaz promotor de la idea de denominar organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos para considerar las acciones militares unilaterales de su país en nuestro territorio, recuerda Leon Krauze desde Los Ángeles. Como “zar de la frontera” aparece Thomas Homan, el arquitecto de la política de separación de las familias, de deportación de niños -hijos de indocumentados- pero ya nacidos en Estados Unidos, hoy anunciando “redadas de inmigrantes en los lugares de trabajo”. Stephen Miller, jefe de gabinete adjunto, pergeña otra monstruosidad, equiparable a alguna del dictador nicaragüense Daniel Ortega: la ‘desnaturalización’, el despojo de la ciudadanía de los migrantes que la han alcanzado, incluso los que contribuyeron con sus votos a la nueva presidencia de Trump.
No más complacencia a cambio del control migratorio. Mención aparte merece Marco Rubio, como secretario de Estado: un halcón en política exterior anotó el NY Times ayer, y en pie de guerra contra López Obrador, a quien ya acusó de entregar el territorio mexicano a los narcos. En ese contexto Rubio se unió al grupo de congresistas estadounidenses partidarios de enviar tropas para combatir a los narcos en nuestro territorio. Y ha expresado su rechazo frontal a las posturas del régimen mexicano favorables a Cuba, Nicaragua y Venezuela. De allí el otro atributo asignado a su nombramiento: el fin de la indulgencia a los extravíos en materia de seguridad y a la deriva autoritaria de López Obrador, a cambio del control -con frecuencia inhumano e incluso criminal- de los flujos migratorios. Y es que a Rubio sí le preocupan la democracia y el estado de derecho en Latinoamérica, asegura Ariel Moutsatsos, corresponsal para varios medios mexicanos.
En el hoyo, sigue cavando. En paralelo, ayer se siguió cerrando el cerco contra el régimen mexicano con el inicio del proceso en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para dar curso a las impugnaciones a la llamada ‘reforma judicial’ de AMLO: su captura del Poder Judicial y la fusión de los tres poderes en uno, contra la Constitución y las convenciones internacionales suscritas por nuestro país. Pero, contra el sabio proverbio que dicta que si eres tú quien está en el hoyo, dejes de cavar; esta semana, el Poder Legislativo, fusionado al Ejecutivo, se dispone a aprobar la eliminación de órganos autónomos, incluido el INAI: un nuevo atentado contra los derechos humanos. Con este nuevo golpe, el régimen parecería proponerse ampliar la lista de violaciones al TMEC y respaldar las tendencias en el nuevo gobierno de Washington dirigidas a arrinconar a nuestro país en la lista de las dictaduras latinoamericanas.
Académico de la UNAM