Realidad y legalidad rumbo al 2024. Ya en campañas, pero todavía lejos de la fecha legal de las precampañas. Seis meses antes de lo establecido por las normas legales, asistimos al lanzamiento de candidaturas reales. Han sido inocultables las campañas —ilegal e irrefutablemente anticipadas— a favor de las postulantes a la Presidencia de la República, tanto del oficialismo como de la oposición. Para todo efecto práctico, con la proclamación de Claudia Sheinbaum, hoy concluirá el proceso interno del partido oficial. Y, con el acto de Xóchitl Gálvez del domingo, las dos grandes formaciones habrán concluido sus precampañas, que legalmente deberían empezar apenas dentro de diez semanas, entre el 19 y el 25 de noviembre próximos. Estas precampañas, a su vez, deberían terminar los últimos días de febrero de 2024, a fin de dar comienzo, el próximo 3 de marzo, a las campañas legales de las candidatas. O sea, esto que ahora ocurre debería pasar dentro de un semestre si nos hubiéramos atenido a la legalidad, ahora barrida por una implacable realidad, enmascarada en la ficción de los seudónimos sobrepuestos a las candidatas (coordinadoras de no sé qué y de no sé cuánto) mientras el paso del tiempo ‘legaliza’ sus candidaturas.
Patrón de comportamiento. Es un patrón de comportamiento del presidente López Obrador y su régimen autocrático. Se trata de imponer decisiones unilaterales, de facto, al margen del derecho e incluso en desacato de resoluciones jurisdiccionales (tren maya depredador, espurios libros escolares, etc.), con la apuesta —de dados cargados— en favor de que la arbitrariedad quedará firme por el tránsito irreversible del calendario. Y hay una apuesta mayor: la de ‘normalizar’ la imposición por la siembra del temor al poder absoluto, por la resignación de la gente ante lo inevitable o por la rendición ante la amenaza, la guerra reputacional y la extorsión contra los afectados. Es la dictadura de los hechos consumados. El modelo incluye el cálculo del acompañamiento forzado a los designios del autócrata por parte de actores obligados por imperativos de sobrevivencia. Es el caso de la movilización ciudadana y de los partidos opositores, arrastrados a la ilegalidad: a saltar, antes de los plazos legales, al ruedo electoral de las presidenciales de 2024, antes de sucumbir a tres años de proselitismo ilegal que acumularán las ‘corcholatas’ destapadas por su jefe en respuesta a sus retrocesos en las urnas de 2021.
Colosio: un mensaje estético (con código de alerta). Desde su prudente decisión de permanecer como actor secundario en el rodaje de la actual película sucesoria, Luis Donaldo Colosio Riojas alcanzó una secuencia estelar, memorable, con un mensaje (perfecto) en tres dimensiones de ética y estética políticas. 1. Humildad: no estoy (aún) preparado. 2. Congruencia: No seré yo quien divida a una oposición que tiene genuinas intenciones de recalibrar el rumbo de México. 3. Emoción y dramatismo contenidos (con código de alerta): Mis hijos necesitan un papá y éste es el momento para estar con ellos. Un recordatorio sutil, discreto de una niñez sin su padre, Luis Donaldo Colosio Murrieta, sacrificado en su campaña presidencial de 1994. Pero esta parte del mensaje parecería además lanzar un código de alerta para quien quiera descifrarlo: 2024 será —ya lo es el 2023— un campo minado por la polarización, los mensajes de odio y la violencia verbal, al filo de la violencia política, diseminados a lo largo del sexenio por el presidente, y exacerbados hoy con ferocidad por sus secuaces contra la candidata desafiante del régimen en el Frente Amplio por México.
Opción y rendición. La opción preferente de AMLO por Sheinbaum siempre se perfiló como un acto más de la dictadura de los hechos consumados. ¿También la resignación-rendición de Ebrard?