Amago externo, opresión interna. Acaso estamos ante las perspectivas más oscuras —en más de un siglo— para el progreso y la vida en libertad de los mexicanos. Por lo pronto, habría que tomar en serio el amago exterior. Pero ello no debería ser excusa para eludir el endurecimiento opresivo del régimen interior, con su perfil prodictatorial cada vez más definido. Así lo muestra la maquila legislativa de las mayorías espurias del oficialismo en el Congreso, tema sobre el que habré de abundar al concluir el actual periodo extraordinario de sesiones.
Malos presagios. En cuanto al amago exterior, los hechos y los dichos de los últimos días apuntan a la posibilidad de la puesta en marcha, desde Washington, de una estrategia de ‘activación en cascada’, magistralmente explorada por el reconocido académico estadounidense Robert Entman. Incubada desde la primera campaña electoral de Trump, antes de precipitarse la actual ‘activación’, la narrativa del presidente ya ha generado las más perniciosas percepciones sobre México en tiempos de paz. Y hay que esperar los efectos de la actual embestida. Y, lo más inquietante: la ‘activación en cascada’ suele ser precursora de decisiones y acciones extremas. En nuestro caso, podría ser presagio de un escalamiento de la guerra reputacional a otros frentes de batalla contra nuestro país, una vez identificado éste como ‘enemigo’, para decirlo en los términos utilizados por la fiscal Pam Bondi en el Capitolio, sin que hasta la fecha haya siquiera matizado ese despropósito verbal.
Élites, medios, ciudadanos. Dicho esquemáticamente, la ‘activación en cascada’ consiste en la coordinación de mensajes con un objetivo determinado, como parecen hacerlo ahora contra México las élites políticas estadounidenses. Desde allí, sus mensajes bajan en cascada a medios, redes y ciudadanos. Luego regresan, reforzados por la conversación pública, también a través de redes y medios, así como por la discusión parlamentaria, para impulsar o respaldar la toma de decisiones de esas élites.
Un encuadre perturbador. Respecto de la coordinación de los mensajes de las élites, el mensaje de Bondi fue casi simultáneo al del Departamento del Tesoro sobre lavado de dinero —y apoyo a un cártel en la importación de China de componentes para fabricar fentanilo— por la casa de bolsa de quien fuera jefe de la oficina del presidente López Obrador. Otras dos instituciones financieras acusadas sirvieron para sugerir una presencia criminal mayor en el sistema. Ambos mensajes se acoplaron con las previas incriminaciones a México sostenidas por el presidente Trump, por el secretario de Estado Marco Rubio, legisladores influyentes de los dos partidos, el comando conjunto de las fuerzas armadas para América del Norte, entre otras instancias cúpula de Estados Unidos. Con el apoyo de la teoría del encuadre (Framing Theory) debida también al profesor Entman, lo que se pudo advertir la semana pasada fue una prisa por reforzar el encuadre de México como un riesgo grave para la seguridad en sus fronteras. Con un régimen político infiltrado por cárteles que controlan buena parte del territorio mexicano —dicta la percepción así construida—, los criminales invaden el territorio estadounidense y matan a sus niños con cargas de fentanilo, además de haber penetrado el sistema financiero.
Fentanilo y elecciones. Una activación en cascada que encuadre a México como imperio del fentanilo anunciaría acciones más allá de la propaganda. Tras el derribo del WTC, un caso paradigmático de activación en cascada encuadró y destruyó a Irak como ‘eje del mal’, con la estigmatización al mundo musulmán y con el resultado de la reelección de W. Bush. Trump querrá llegar a su elección intermedia con algo más que la estigmatización de México y los mexicanos. Y si no se lo dan, ¿lo tomará?
Académico de la UNAM