En nuestras participaciones anteriores hemos señalado cómo las respuestas que actualmente se tienen en el orden político y económico para enfrentar las grandes crisis que hoy enfrentamos en todo el planeta, son insuficientes. Desde hace décadas, hemos ensayado modelos políticos y económicos que parten del individualismo y una visión sistémica para resolver retos cada vez más complejos.
El fracaso de estos modelos nos lleva a pensar en soluciones nuevas, como lo decía Einstein: “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”.
En ese sentido, estaremos presentando nuevas alternativas, fruto de corrientes de pensamiento que se distancian de los presupuestos que hemos venido utilizando. Se “salen de la caja”. Hoy hablaremos sobre una de gran valor que ha ido ganando seguidores: el “humanismo cívico” impulsado por el filósofo español Alejandro Llano.
El propio Llano define de esta manera su propuesta: “Entiendo por humanismo cívico la actitud que fomenta la responsabilidad y la participación de las personas y comunidades ciudadanas en la orientación y desarrollo de la vida política. Temple que equivale potenciar las virtudes sociales como referente radical de todo incremento cualitativo de la dinámica pública”.
Como se puede ver se trata de un modo de construir la solución política a partir de los agentes que conforman la sociedad, no a través de una respuesta sistémica.
Frente a la denominada Tecnoestructura que es el conjunto de tomadores de decisión conformado principalmente por el gobierno, las empresas del denominado Planning System y los tenedores del Big Data, cuya forma de actuación es autorreferencial, propone un nuevo impulso de actuación de los ciudadanos en la construcción del rumbo social.
El humanismo cívico se basa en el desarrollo de virtudes, en el mejoramiento y compromiso de los agentes sociales como salida de los conflictos sociales, sin solución aparente en el momento actual.
En el fondo, se trata de una respuesta de sentido común: en la medida que los ciudadanos adquieran virtudes y se comprometan con el espacio público mejorará el Ethos social y con ello se encontrarán salidas a los conflictos sistémicos.
En ese sentido, no se trata de un programa de actividad política, ni siquiera de una escuela de pensamiento. Sencillamente se declara como un nuevo modo de pensar y actuar en la vida cívica porque se propone reivindicar los elementos humanizantes que la política actual ignora.
Sus tres pilares fundamentales son:
1. La promoción del protagonismo de los ciudadanos como agentes responsables de la configuración política de la sociedad.
2. La relevancia que concede a los diferentes tipos de comunidades.
3. El valor que confiere a la esfera pública como lugar privilegiado para el despliegue de las libertades sociales.
En conclusión, el humanismo cívico supone una propuesta basada en la idea de que la última respuesta al rumbo de la comunidad política está basada en la actitud de los ciudadanos, no en la construcción de grandes sistemas ideológicos. Una propuesta interesante para enfrentar los retos de la compleja actualidad.