México, en su calidad de país caribeño, comparte con otras naciones de la región problemas comunes que exigen soluciones conjuntas y visiones alternativas: desigualdad social, migración, seguridad alimentaria, gestión de desastres naturales, protección de la biodiversidad e implementación del turismo sostenible son grandes desafíos, y a su vez, oportunidades para fortalecer una efectiva alianza entre nuestro país y las naciones caribeñas.
Particularmente, la migración es un fenómeno que se ha incrementado desde la pandemia global, así las economías de algunos países como Cuba y Haití han incrementado sus dificultades, frenado su desarrollo y aumentado sus desigualdades, lo que ha generado movimientos masivos de personas buscando mejores condiciones de vida, convirtiendo a México en un país de tránsito hacia Estados Unidos.
En este contexto, es crucial adoptar un enfoque que supere el papel paternalista atribuido a México como "el hermano mayor" que otorga ayuda a los países caribeños, además de una visión estratégica regional a largo plazo, desarrollando estructuras e instituciones que aseguren los recursos y una efectiva concertación política. En otras palabras, es importante replantear las relaciones desde una perspectiva de desarrollo sostenible, incorporando prácticas como la cooperación sur-sur, la economía solidaria, y un nuevo enfoque en la movilidad humana, que podrían ser beneficiosas para comunidades con desafíos similares.
En síntesis, es indispensable que esta alianza pase a una nueva etapa de deconstrucción y de consolidación. Por un lado, eliminando los patrones asimétricos que han sido una característica de sus vínculos en el pasado, y, por otro, que los desafíos comunes se atiendan con una visión basada en la igualdad, mediante la complementariedad y la atención de las causas estructurales de sus principales problemáticas compartidas, y no solo de las consecuencias que generan.
Investigador CIALC-UNAM