Desde antes de la elección, estaba en el debate público si entraríamos a un nuevo Maximato (o minimato) como el que Calles ejerció por ocho años.

Y es que hay muchos políticos enfermos de poder que, mientras pueden, no lo soltarán, sea formal o informalmente. Santa Anna, Juárez, Díaz, Carranza, Obregón y Calles son buenos ejemplos de eso. AMLO es parte de esa lista.

Y por eso parece haber elegido a Claudia Sheinbaum, que de entre los precandidatos, parecía la más dispuesta a aceptar ese vasallaje, o de no hacerlo (como es el caso), le sería más difícil adquirir su autonomía.

AMLO le sembró alrededor numerosos alfiles, y una muestra de lo que venía fue haberle impedido nombrar a Omar G. Harfuch como candidato a la CDMX, poniendo en cambio a su leal Clara Brugada.

Pero Claudia aún era candidata y por ello no tenía el poder que supuestamente obtendría al tomar posesión como presidenta. No ocurrió.

Ahora lo confirma la reelección de Rosario Piedra en la CNDH —quien se dedicó a defender a los funcionarios públicos y militares de las denuncias y críticas de los ciudadanos a los que supuestamente debería apoyar.

Habiendo quedado en último lugar de la evaluación hecha por la Comisión correspondiente, y la división que se generó dentro de los senadores morenistas, se les impuso a Piedra (Claudia tenía su propia candidata). Además de que eso dejó claro quién sigue mandando, es un adelanto de la farsa electoral del Poder Judicial; pondrán gente impreparada pero sumisa, como lo es Piedra.

El hecho molestó incluso a numerosos propagandistas de Morena, que recién están descubriendo quién realmente es su ídolo y redentor. Pero muchos no quieren creer que haya sido decisión de AMLO.

El bastón simbólico de mando lo tiene Claudia; el poder se ejerce, no en la casa de enfrente, pero sí desde Palenque. La mayoría calificada de Morena en el Congreso —que le regaló el TEPJF violando el art. 54 de la Constitución—no responde a Claudia, como muchos pensaron, sino a AMLO a través de su fratello, Adán Augusto.

Ante la evidencia de ello, y la humillación a Claudia, ella quiso negarlo con un razonamientos para niños de kinder: ¿Creen que a AMLO le interesan estos temas? Le importa hacer su libro y nada más ¿Creen que los senadores no deciden por sí mismos como adultos que son? ¿Dónde están las pruebas de lo que dicen?

Bastaría con utilizar una lógica elemental para saberlo, pero además varios senadores de Morena confesaron a periodistas que la orden efectivamente venía del Jefe Máximo. ¿Quién habrá creído en el fantasioso alegato de Claudia? Los fanáticos del obradorismo, que creen absolutamente todo lo que sus líderes les dicen.

La pregunta que flota en el aire es: ¿intentará Claudia adquirir el poder real? Su actitud sugiere que sí, pero ¿cómo lo hará, si está enjaulada por numerosos amlistas? ¿Cómo reaccionaría su todavía jefe?

Si logra deshacerse de él, ¿cuánto tiempo le llevará? Mientras más tiempo pase, más difícil será corregir los desmanes del tabasqueño, y el gobierno de Claudia puede sucumbir por completo.

Quizá su salvación como presidenta venga de Estados Unidos, pues pese a la amistad de Trump con AMLO (ambos populistas), hay muchos personajes en el nuevo gobierno norteamericano que les molesta sobremanera el expresidente mexicano, y quizá actúen para exhibir sus pactos con el narco (que pruebas y testimonios seguramente no les faltan), y lo debiliten políticamente, despejándole el camino a Claudia.

Es un escenario posible aunque no seguro. De lo contrario, Claudia podrá tomar decisiones en temas que en efecto no le importen a AMLO, pero en aquellos que sean prioritarios en sus despropósitos, él seguirá decidiendo.

A menos que Claudia cobre valor y confronte a su jefe, como han hecho muchos presidentes, desde Cárdenas, con sus antecesores. Por ahora, eso no se ve.

Analista.

@JACrespo1

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