Hemos insistido en que las encuestas no son el único indicador para hacer un pronóstico electoral, e incluso en varias ocasiones fallan por mucho.
Hay otros indicadores políticos que pueden ayudar a hacer un pronóstico con probabilidad de acertar.
Uno de ellos son los propios resultados en elecciones anteriores (y las tendencias en cierto lapso).
Muchos pronósticos han sido elaborados mediante ese mecanismo y han acertado.
Yo lo usé para prever la derrota del PRI en 2000 (¿Tiene futuro el PRI? 1998).
Me percaté de que en los resultados oficiales la votación presidencial del PRI en cada elección presidencial era menor que en la elección intermedia previa (salvo en 1976, cuando hubo candidato único).
El PRI, en 1997 obtuvo sólo 39% de la votación. Aplicando la regla descubierta, ese partido obtendría algo cercano al 36% (lo que obtuvo Labastida), y en tal caso, el candidato opositor que ocupara el segundo lugar podría beneficiarse de un voto útil que, de ser suficiente, le daría el triunfo. Así ocurrió.
¿Alguna encuesta para hacer ese diagnóstico? Ninguna.
Ahora, por lo variado de los resultados de las encuestas, algunos colegas han hecho el ejercicio de ver las tendencias electorales de 2018 y 2021 en los estados para calcular lo que podría ocurrir en este año (a nivel federal).
Me llegó un documento elaborado por AOL y JONES Consultores, con un pronóstico bajo esta metodología (abril, 2024).
Al considerar probablemente los estados más inclinados por Xóchitl (CDMX, Guanajuato, Coahuila, Chihuahua, Yucatán, Aguascalientes, Querétaro y Durango), y bajo el supuesto de un 55% de participación, ella obtendría poco más de siete millones de votos, en tanto que Claudia Sheinbaum casi seis millones.
En los estados con inclinación por Claudia (Edomex, Chiapas, Hidalgo, Oaxaca, Baja California, Tabasco Tlaxcala y Quintana Roo), ella captaría nueve millones de votos, y Xóchitl sólo siete.
En los estados más empatados (Sonora, Nayarit, Zacatecas, Guerrero, San Luis Potosí, Michoacán, Morelos, BCS, Campeche, Colima, Sinaloa y Tamaulipas) Xóchitl obtendría 5.8 millones de votos y Claudia 6.2.
Y en los estados llamados estados switcher (indecisos), hay un empate entre ambas punteras aproximado a 4 millones. En ese escenario, Claudia ganaría con 24.7 millones de votos frente a 24.5 de Xóchitl (47% frente a 46%, en cifras redondas).
Si en cambio la participación fuera del 66%, el porcentaje de votos a nivel nacional para Xóchitl sería de 49 frente al 44% para Claudia.
Finalmente, si la participación fuera de 70% de electores, la distancia total entre ambas candidatas se incrementaría a nivel nacional se abriría aún más: 51% para Xóchitl y para Claudia sólo 42%.
La pregunta sería ¿qué nivel de participación habrá? El promedio desde 2000 es de 63%.
Con eso bastaría para un triunfo de Xóchitl, según esta proyección. No creo que la participación sea menor, pero también se ve difícil que llegue al 70%.
A partir de lo que ocurrió en 2021 (5% más de participación que el promedio), quizá en este año haya un poco más de participación de lo normal, pero difícilmente 70%.
Sin embargo, incluso de ser correcta esta proyección (de lo que no estoy cierto), hay otra incógnita que puede ser determinante en el resultado oficial: ¿cuántos votos ilícitos podrá captar Morena a través del condicionamiento a los programas sociales, coacción a los funcionarios públicos, compra de votos en zonas pobres? Imposible calcularlo.
Sabemos que ocurre, pues hay videos y testimonios al respecto, pero no podemos calcular con cierta precisión es cuántos votos obtendrá Claudia por esa vía, y si sería suficiente para voltear un resultado desfavorable.
En 2012, AMLO inventó que los votos comprados por el PRI (que los hubo) fueron 5 millones. ¿Había manera de saberlo con precisión? No.
Ahora quedará la incógnita, pues aunque haya votos ilícitos, no se pueden calcular ni siquiera después de la elección.