¿Cuáles son los motivos de que 47 % del electorado no haya votado por López Obrador en 2018? ¿Y cuál la razón de que alrededor de 30% de ciudadanos no respalde hoy por hoy al presidente? Para los millones de obradoristas duros (AMLO incluido) no puede haber otra explicación que la siguiente: los disidentes y críticos no quieren que haya un cambio positivo en el país.
No quieren que el país crezca de manera sostenida, que se creen durante el sexenio siete millones de empleos, que disminuya radicalmente la pobreza y la desigualdad, que tengamos un sistema de salud y educativo equivalente al que tienen los países escandinavos, que se erradique la corrupción y se acabe con la impunidad, que se contenga al crimen organizado y se pacifique al país.
No sólo no quieren eso, sino que desean que el país se hunda económica y socialmente. Piensan esos críticos que lo que teníamos entre 1988 y 2018 era un idílico paraíso que ahora está en riesgo de desaparecer. Desde luego, se debe también a que no desean que sus ancestrales privilegios sociales y económicos, así como sus corruptelas, se terminen.
O bien algunos de esos disidentes responden a los oscuros intereses que desean impedir el cambio; trabajan para la mafia del poder en sus diversas expresiones o reciben dinero de alguna para oponerse al proyecto redentor. Es el caso concreto de los comentócratas golpistas. ¿Por qué otra razón no apoyarían a López Obrador sino porque la élite neoliberal o la cúpula empresarial les paga para cuestionar el proyecto desde sus espacios? No es que estén convencidos de las críticas que hacen y las razones que esgrimen, sino que son chayoteros.
Por eso es que AMLO considera a todos los críticos y disidentes como conservadores, adversarios del pueblo, desquiciados e hipócritas. Por lo cual, cualquier crítica o denuncia que hagan será inválida; su falta de autoridad moral invalida en automático cualquier cuestionamiento, por bien fundamentado que esté. Por eso la denuncia a Manuel Bartlett no vale, pues fue hecha por quienes pretenden desestabilizar al gobierno actual.
¿Cuál podría ser una explicación alternativa de esta disidencia? En el caso de quienes votaron en 2018, no es porque que consideraran que todo iba requetebién con el PRIAN, sino que es mejor reformar y corregir lo que hay en lugar de echar todo a la basura para fundar la Nueva Jerusalén en México.
O también es porque, estando de acuerdo con los objetivos de AMLO, no necesariamente comulgan con los medios que aplica para alcanzar esas metas. Algo que los obradoristas duros no parecen comprender cabalmente; que cuestionar los medios no implica rechazar las metas buscadas, sino al contrario. O bien podrían estar de acuerdo con el proyecto en general, pero recelan de la personalidad de López Obrador, de su estilo personal de gobernar, por su descuido de la ley y su ataque a las instituciones, o porque no siempre ven congruencia entre su retórica y sus decisiones.
Y desde luego, están quienes votaron por él al representar una opción distinta, con la esperanza de un cambio positivo, o bien otorgaron el “beneficio de la duda” a López Obrador, pero han visto que las cosas no van como se prometieron. Piensan que hay errores, que hay descuido, que no hay consistencia con lo ofrecido. Y van retirando su apoyo. Nadie les pagó para ello ni se han contratado con la mafia del poder. Es sólo que a su parecer la realidad, al menos por ahora, no checa con lo que AMLO prometió. De la contradicción de estas dos ópticas surge la imposibilidad de un debate civilizado y racional que ayude a encontrar las mejores políticas para salir adelante y resolver los problemas de fondo.
Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1