Durante el gobierno de López Obrador Donald Trump amenazó con declarar a los cárteles mexicanos de la droga como grupos terroristas, ante lo cual López Obrador aceptó de inmediato aceptar las demandas en materia migratoria (“Quédate en México”).
Consistía tal acuerdo en que nuestro país recibiría a inmigrantes indocumentados mientras se resolvían sus solicitudes y papeles del otro lado. Pero a diferencia de lo que sucede en Turquía respecto de la Unión Europea, México no recibe ni un centavo para ello.
AMLO presentó ese acuerdo como un triunfo diplomático de México, celebrándolo en Tijuana (donde Porfirio Muñoz Ledo aclaró que no era una victoria, sino una derrota). Tiempo después el propio Trump se burló de él diciendo que, en su larga experiencia como negociador, no había visto a nadie doblarse tan rápido.
El trato a los inmigrantes en México fue en algunos casos peor que en Estados Unidos, como ser encarcelados como delincuentes en Ciudad Juárez, y ante la estrategia de quemar los colchones para que los liberaran, los dejaron morir quemados. No hubo responsabilidad política para el director del Instituto Nacional de Migración, sino que lo dejaron en su cargo, y en el gobierno de Claudia Sheinbaum fue ratificado.
En estos gobiernos la irresponsabilidad y la corrupción no se castigan; se premian (no pongo todos los casos por falta de espacio).
Ahora Trump sí parece decidido a declarar a los cárteles mexicanos como narcoterroristas, lo que le abre la puerta para actuar arbitrariamente, si bien invita al gobierno mexicano a colaborar en una acción bilateral.
Sheinbaum está entre la espada y la pared, y da bandazos. Acepta el entrenamiento militar de EU, niega las operaciones aéreas de espionaje y se dice dispuesta a negociar.
Pero por otro lado nos conmina a recurrir al Himno por si las dudas, no acepta que los cárteles mexicanos sean terroristas y acusa de “traición a la Patria” (con sus corifeos) a quienes sí quieren una acción firme contra los cárteles entre ambos países (y en el caso de los más alucinados, se propone el paredón a esos “traidores”).
Afirma el gobierno que no son terroristas los narcos porque no buscan el poder político (como en el caso de las guerrillas políticas).
Pero resulta que nuestro propio Código Penal no define al terrorismo de esa forma. Dice el artículo 139 que terrorismo es utilizar “sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material –o combustible– radioactivo y nuclear, fuente de radiación o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, intencionalmente realice actos en contra de bienes o servicios públicos o privados, o bien en contra de la integridad física, emocional o la vida de personas, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o a un particular, u obligar a éste para que tome una determinación”.
¿No hacen esto los cárteles? ¿En qué parte se habla de buscar la toma directa del poder o de derrocar al gobierno vigente? Si este gobierno no acepta que sus aliados son terroristas debe cambiar esta norma (tiene cómo hacerlo de un día para otro).
El acuerdo que Claudia aceptó puede verse frustrado si no se ponen ambos gobiernos de acuerdo sobre la estrategia adecuada. La presidenta, para complicar las cosas a EU dijo que, si los cárteles son terroristas, también lo son los fabricantes que venden las armas. De inmediato Marco Rubio aceptó ese problema como real. ¿Va a aceptar Sheinbaum igualmente que los cárteles mexicanos son terroristas? No lo creo. ¿Habrá acuerdo bilateral sobre el tema? Se ve difícil.
Analista. @JACrespo1