Muy criticada ha sido la decisión del presidente de instaurar su sesión semanal de “Quién es quién en las mentiras”. Periodistas (incluidos algunos de izquierda) y organizaciones relacionadas con los medios lo consideran como un ejercicio no de censura, pero sí de antidemocrática intimidación. El gobierno se autoerige en el juez encargado de determinar cuál es la verdad y cuál no, como si del propio gobierno y el presidente no surgiera gran cantidad de información sesgada, imprecisa, no comprobable y a veces claramente distante de la realidad. En otros países recientemente han surgido experiencias semejantes. El populismo permea por todo el mundo en estos años.  

Por ejemplo, el periódico español La Verdad publicó en noviembre de 2020 la siguiente editorial: “El gobierno de Pedro Sánchez ha creado un organismo para vigilar las ‘noticias falsas’ difundidas por internet, a cuyo frente figuran dos altos cargos de La Moncloa: el jefe de gabinete del presidente y el secretario de Estado de Comunicación. La orden… reserva al Ejecutivo la potestad de determinar qué informaciones son erróneas y cuáles no, sin precisar los criterios en los que se ha de basar tal decisión. Resulta incuestionable la necesidad de poner coto a los bulos que, bajo el disfraz de supuestas noticias, inundan las redes sociales. Pero en un país democrático ello no puede servir de excusa para instaurar un orwelliano 'ministerio de la verdad' que fiscalice a los medios, los someta a control al dictaminar sobre su nivel de credibilidad y pluralismo, y coarte las libertades de expresión e información consustanciales a un Estado democrático de Derecho”.

Por su parte, el periodista Adalberto Agozino escribe sobre lo acontecido en Argentina (La Hora Digital; 11/abril/2020): “En una medida propia de ‘1984’, el anticipatorio libro de George Orwell, la ministra argentina de Seguridad, Sabina Frederic, ha decidido emplear como excusa la pandemia de coronavirus y la necesidad de evitar saqueos para perseguir a los opositores que expresan su descontento en las redes sociales. Al parecer, en el gobierno kirchnerista existe gran preocupación por el creciente descontento de la población por la forma en que se ha gestionado la crisis del Covid-19 y la paralización de la economía… Desde consultoras cercanas al gobierno se insiste en difundir encuestas donde el presidente Alberto Fernández tiene una aprobación superior al 90%. No obstante, las evidencias de malestar social indican que la realidad es otra… Ahora, la antropóloga Sabina Frederic se convertirá en una suerte de orwelliana “ministra de la Verdad” que podrá monitorear pensamientos e ideas de los argentinos identificando a quienes dan un like o realizan un comentario desfavorable sobre el gobierno populista y adoptar medidas en consecuencia. Desde ahora, en Argentina kirchnerista ‘el Gran Hermano’ te vigila”. Cristina Kirchner había hecho otro tanto en 2014.

Volviendo a México, desde luego que el gobierno tiene el derecho de aclarar noticias y reportajes que incluyan información falsa o inexacta. Eso no se pone en duda. Podrían hacerlo los secretarios del tema correspondiente o la vocería presidencial, aunque en este caso AMLO es el protagonista de todo, todo el tiempo, de modo que prefiere directamente hacer esa defensa. Es parte de su permanente campaña. Podría hacerlo en términos estrictamente aclaratorios con la información pertinente, sin el agregado permanente de descalificaciones morales e ideológicas, epítetos, insultos y frecuentemente calumnias a sus críticos (que después nunca aclara ni pide disculpas por la infundada acusación). No es precisamente el método más democrático de responder a las distorsiones o imprecisiones de medios y opinadores. Pero justo en eso consiste el estilo populista de gobernar.

Profesor afiliado del CIDE
@JACrespo1

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